Cuenca y la «Manchuela»


Cuenca

Cuenca y la Manchuela Conquense
17 y 18 de enero 2004
Cuenca es una ciudad castellana de las de libro, como sacada de un cuento de caballería; Impacta mucho la mole de montaña sobre la que crecen las casas colgantes; De hecho, es una ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad.  Está dividida en dos partes, la parte alta dónde se encuentran la Universidad de Castilla La Mancha, el Archivo histórico, el Parador de Turismo, el Ayuntamiento en la plaza Mayor y la catedral.

En la parte baja está la ciudad más moderna pero que no tiene mucho interés turístico. Aunque eso sí, para ir de tapeo (calle San Francisco) o de marcha (la Calle) tendréis que bajar a la parte baja. Lo que también sorprende es que la parte alta está ubicada entre las hoces de los ríos Huécar y Júcar y da más sensación de ciudad-fortaleza. Os recomiendo perderos por las calles de la parte alta, hay rincones como el jardín de los poetas en dónde se detiene el tiempo y es cuando piensas,yo aquí me quedo.

También os recomiendo, si tenéis que hacer un regalo, pasar por la tienda de una chica argentina en la calle San Pedro que pinta unos abanicos y unas alpargatas a mano muy originales. Cuenca puede visitarse en un día, pero también merece la pena alargar la estancia y hacer alguna ruta como la de la Manchuela conquense (desde Cuenca en dirección a Valencia).

De todos modos toda la información histórica y turística la tenéis muy completa en http://www.cuenca.es. Si después de haber subido hasta lo más alto de la ciudad alta (la subida no es apta para asmáticos o con problemas respiratorios) tenéis hambre, olvidaros de las dietas hipocalóricas en Cuenca;

En la plaza mayor tenéis varios restaurantes y allí os recomiendo probar el morteruelo (es como un paté de liebre, conejo y cerdo y pan, para untar y chuparse hasta las faringes enteras), de segundo os recomiendo perdiz escabechada u otro plato típico los zarajos (tripas de cordero bien lavadas y sazonadas, entrelazadas alrededor de un sarmiento y asadas en ascuas.). Si seguís con hambre y os atrevéis con el postre, pedir el postre típico el alajú (torta de almendras o nueces, con miel y corteza de naranja y regado con resolí (licor típico de aguardiente con corteza de naranja que hace maravillas, sobre todo, si vais en invierno y os heláis el moco. El resolí quita-penas y pone el cuerpo a tono (tenía razón el amigo Emi).

Para dormir, recomiendo el sistema Bancotel, que ahora se ha modernizado y se pueden hacer las reservas por Internet (ya no es la pesadilla de llamar por teléfono y recibir siempre la misma contestación: no hay sitio, sólo disponemos de unas cuantas habitaciones para los bono -hoteles y se agotan enseguida) http://www.bancotel.es : eliges la ciudad, el hotel y al momento tienes tu número de reserva en tu dirección de correo. En Cuenca los hoteles de más categoría como el Torre Mangana tienen caché, pero les hace falta un plan renove urgente!!!!,

Este hotel está céntrico y su estética popera años 70 tiene su aquel pero, no os fiéis de las súper imágenes que aparecen en Internet, para que os hagáis una idea: edificio tipo quiero y no puedo, recepcionista con look Fernando Esteso, medallón de oro, a conjunto con la esclava y pecho peludo aflorando, ascensor cubierto de espejos, fuentecilla en el hall a modo de fontana de cutrevi y colchas de cama floreadas al más puro estilo maruja sin pedigrí.

Otro consejo importante: si vais por la calle y veis algún que otro pingüino, non preocupare, es algo normal, en esta ciudad los termómetros no marcan más de 5º al sol en invierno. Hace un bris que corta el cutis más ajado. Acabada la visita a Cuenca, podéis hacer la ruta de la Manchuela Conquense: saliendo por la nacional 320 dirección Valencia, acercaros a Arcas y veréis una iglesia románica  que merece la pena (el campanario está aislado y unido a la nave por un costado). Nunca había visto nada igual.

Siguiendo en dirección a Valencia, parada obligatoria en Valeria, un pueblo como otro cualquiera pero que esconde uno de los asentamientos romanos más alucinantes que he visto en mi vida, los restos son auténticos y os prometo que impresiona mucho, aunque no seáis amantes de las piedras , es un auténtico museo arqueológico al aire libre.

A continuación, seguimos en ruta y nos paramos en Buenhache de Alarcón dónde hay otra iglesia visigótica interesante; No hay mucho más que ver aquí pero nos espera la sorpresa del día en  (hay que desviarse un poco, por la nacional III dirección Madrid, pero merece la pena).

Es un regalo para la vista: es un pueblo amurallado, sobre un cerro rocoso, que nos recibe con la torre de un castillo (hoy parador) donde el Infante Juan Manuel escribió alguna de sus obras. Todo el pueblo es una joya de esas que te encuentras por casualidad por tierras de España y que quedas alucinado viendo tanta historia en medio de la nada.

El mejor morteruelo se come en el Mesón que está detrás del Parador, (Mesón Don Julián) acompañado de una carne a la brasa o perdiz escabechada para morirte de gusto!!!! Después, os aconsejo tomar el café en el salón del Parador, la decoración merece la visita (han combinado el look parador medieval con toques modernos que van al pelo!!).

Salimos de Alarcón y volvemos a retomar la Nacional en dirección a Valencia. Podemos retomar la autovía pero nosotros nos desviamos por el Parque natural de la Hoces del Cabriel, al lado del embalse de Contreras (merece la pena perderse un poco por el Parque) y luego retomar la autovía hacia Valencia.  Así culminaba nuestro recorrido breve pero intenso de Cuenca y la Manchuela Conquense. En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre sí quiero acordarme…

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