Juego de tronos en Renania del Norte – Westfalia


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Colonia, Bonn, Düsseldorf, Aachen y Maastricht
Del 26 al 30 de Octubre 2010

Si algo de bueno tiene la concentración demográfica europea es que con un vuelo directo a Colonia, te plantas en el centro de la Europa occidental  y puedes pasear por las calles de varias ciudades sin apenas hacer kilómetros. Colonia, Aquisgrán (Aachen para los alemanes y Aix-la Chapelle para los franceses), Bonn, Düsseldorf y Maastricht en Holanda, al alcance del que tenga un fin de semana largo disponible. Nosotros aprovechamos la feria de mueble de oficina de Colonia (Orgatec) para volver a Colonia, ciudad que conocía de cuando estuve con amigas a finales de los 90, no recuerdo en qué año exactamente. Lo que sí recuerdo es que pasamos unos días de muchas, muchas risas y de mucho calor a orillas del Rhin.

Colonia, capital del Rhin
Plantar el cuartel general en Colonia (Kölhn) es una buena idea. Es la cuarta ciudad más grande de Alemania, aunque la vecina Düsseldorf es la capital del “Land” de Renania del Norte – Westfalia. Un juego de tronos a la alemana. Su nombre deriva de la antigua “Colonia” romana, Colonia Claudia Ara Agrippinensium en alusión a la emperatriz Agripina, esposa del emperador Claudio y madre de Nerón. Romana, ciudad libre imperial, y de la liga Hanseática, “Köln” es también conocida por ser la sede del carnaval más espectacular del país.

Para el alojamiento elegí por casualidad un sitio inolvidable y que recomiendo a todo el mundo. Se trata de un hotel con nombre impronunciable: hostel “Die wohngemeinschaft”, o lo que es lo mismo, “el piso compartido” según San Google Traductor. Aquí va el enlace: http://www.die-wohngemeinschaft.net/en/hostel/.

Es un lugar carismático con habitaciones con decoraciones temáticas. A nosotros nos tocó la habitación del fotógrafo y flipamos nada más abrir la puerta. Los baños son compartidos con otros residentes pero están limpios no, lo siguiente… En la zona de la recepción hay un bar con billar y mucha animación, el hostal está ubicado en el barrio belga, uno de los barrios de moda de Colonia. El desayuno no estaba incluido, pero por unos 6 euros se puede empezar el día con un buen desayuno. La decoración, el ambiente, la limpieza y la ubicación son de primera, una opción de alojamiento recomendable al 100%. Para ver la decoración de las habitaciones y de los espacios comunes: http://www.die-wohngemeinschaft.net/en/hostel/zimmer/. Para una adicta como yo al interiorismo, este hostal es una joyita..

Una vez asentada la “base de operaciones” hay que echarse a la calle a pasear. Colonia es una ciudad muy transitable, con muchos paseos y parques. La primera parada es, por supuesto, la Catedral gótica al borde del Rhin. Oficialmente se la conoce como la Hohe Domkirche St. Peter. Comenzó a construirse en el año 1248 y no se terminó hsta el año 1880. Con sus 157 metros de altura fue el edificio más alto del mundo hasta la culminación del Monumento a Washington en 1884, de 170 metros. Es el monumento más visitado de Alemania, declarada “Patrimonio de la Humanidad” por la Unesco en el año 1996. Impresiona su tamaño, cuando llegas a la explanada que la rodea, te sientes liliputiense. Once campanas, las reliquias de los 3 Reyes Magos, uno de los lugares de peregrinación más importantes en la Edad Media, colosales dimensiones, y una ubicación inmejorable al lado del Rhin, ¿qué más se puede pedir?. Sí que sería una buena idea limpiar el exterior y devolverle el color de piedra original. Lleva años con un color negro que no le hace justicia, si hiciesen una “operación limpieza” como la que han hecho con la Catedral de Milán, la de Colonia recuperaría el lustre de antaño. La entrada es gratuita, (algo raro ya en Europa), sólo se paga el acceso y subida a la torre.

La catedral de Colonia sobrevivió milagrosamente a los bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial. Una de las mejores perspectivas para admirarla es desde el río, mientras navegas en uno de los barcos que ofrecen excursiones panorámicas de dos horas de duración. http://visitacolonia.info/cruceros-por-el-rin. (Muy interesante el crucero por el Rhin desde Colonia hasta Mainz, pasando por Coblenza y numerosos pueblos, castillos y viñedos). Si la idea de barco no motiva, las vistas de la Catedral desde la otra orilla se pueden disfrutar cruzando los puentes de Hohenzollern y Deutzer.

Muy cerca de la Catedral, otra Iglesia merece la visita. Se trata de la Iglesia de San Martín el Grande a la que se puede ir paseando por la orilla del Rhin. Su torre inmensa, es la más grande y monumental de un templo románico. Antes de la culminación de las obras de la Catedral, esta torre con más de 75 metros de altura fue el símbolo de Colonia desde la Edad Media hasta mediados del siglo XIX. Como todos los templos románicos de la ciudad, San Martín fue destruida en la 2ª Guerra Mundial y tardaron cuatro décadas en reconstruirla. El interior es austero, tal y como corresponde al estilo románico pero sí que destaca una escena del Santo Entierro creada por el escultor Tilman Van der Burch.

Como decía hay varias Iglesias románicas en Colonia, entre ellas destacan también, la Iglesia de Santa María del Capitolio, San Pantaleón, Santa María de Lys y San Gereón, con su original cúpula octogonal y sus espectaculares vidrieras. Para los que les gusta más callejear que otra cosa, el centro histórico e Colonia es muy interesante. Como punto de partida, la Plaza Alter Markt, lugar dónde se instalaba el mercado medieval es un punto a considerar si además de palpar de primera mano el ambiente de la ciudad, a uno le apetece degustar una buena cerveza local “Kölsh” en una de las cervecerías tradicionales como la Brahaus Sion:  http://www.brauhaus-sion.de

(La tradición marca que se tiene que beber en unos vasos alargados y servirse a una temperatura de 10 grados). Tampoco es que tenga un gusto especial, es una cerveza muy fácil de beber y en consecuencia bastante peligrosa para la estabilidad mental y corporal. Cerca de esta plaza central, se encuentra el Ayuntamiento más antiguo de Alemania, con una historia de más de 900 años. Otro conjunto de estilo gótico que merece la pena visitar. https://es.wikipedia.org/wiki/Ayuntamiento_de_Colonia

Seguir callejeando por las calles del antiguo barrio Judío, comer un “Rheinischer sauerbraten” (carne en adobo con salsa agridulce), o visitar uno de los varios museos que se encuentran repartidos por la ciudad, son opciones para seguir descubriendo la Colonia de Agripina. El Museo Ludwig es uno de los más renombrados, con obras de arte contemporáneo, expresionismo y pinturas de los años 20. El Museo Wallraf-Richartz: Es una de las más antiguas y grandes galerías clásicas de pintura en Alemania y su punto fuerte es la sección medieval con pinturas desde los años 1300 al 1550. Otro museo recomendable, cercano a la Catedral, es el Museo Romano-Germánico, con una extensa muestra de arqueología romana. La obra más conocida es el mosaico de Dionisio del año 225 D.C. Museo del Chocolate, de los Aromas (no hay que olvidar que el Agua de colonia procede de aquí), Museo de las Artes Aplicadas, del Nacional Socialismo (sobre le funcionamiento de la Gestapo, con oficinas y celdas conservadas en su estado original), Museo del Carnaval, etc… No hay excusas, en Colonia no hay lugar para el aburrimiento.

Otro de los momentos que me gusta recordar de la última vez que estuve en Colonia, fue nuestra comida en un auténtico japonés, llamado Sushien con su barra que giraba llena de platitos blancos con bordes de colores. En vez del sistema de palillos de los bares de pintxos de Donosti, para llevar cuenta de lo que has comido vas sumando los colores de los platillos que eliges. El cocinero prepara los platos a la vista de todos, y va llenando los recipientes, mientras los comensales elegimos qué comer en ese mismo momento. El bar-restaurante japo auténtico se encuentra en la Maybachstrasse, nº 22, muy cerca del August-Sander Park, en un barrio residencial muy tranquilo y muy agradable para vivir a pocos minutos del centro: https://www.tripadvisor.es/Restaurant_Review-g187371-d1104360-Reviews-Sushien-Cologne_North_Rhine_Westphalia.html

Bonn, cuna de Beethoven y antigua capital de la RFA
A menos de media hora en tren, a tan sólo 34 kms de distancia desde Colonia, se encuentra Bonn, una ciudad pequeña, con mucho encanto y con gran trascendencia en la historia de Alemania. Ciudad natal de Ludwig van Beethoven, es una excursión que se puede hacer en el día desde Colonia y merece la pena hacer al menos 10 paradas.

La primera, y por la que todo el mundo que visita Bonn no deja de pasar, es la casa natal de uno de los compositores de música clásica más venerados del planeta. En la actualidad es una casa-museo, aunque durante años fue habitada por la familia. En el interior nos encontramos con todo tipo de objetos personales (incluida una trompetilla para paliar su sordera), manuscritos, instrumentos, e incluso una sala de música de cámara, inaugurada en 1989 con una acústica que según parece es extraordinaria. http://www.beethoven-haus-bonn.de/

Otra parada es la sede del rectorado de la Universidad de Bonn. Esta universidad fue fundada en el año 1819 por Federico Guillerno III de Prusia. El edificio principal, el Kürfürstliches Schloss es impresionante. Sus aulas contaron con mentes privilegiadas como las de Marx o Nietzsche, entre otros. A pesar de que el edificio fue destruido en gran parte por una bomba en 1944, hoy luce magnífico.

También cercana se encuentra la Plaza Münster, con otra estatua de Beethoven y la propia Catedral que da nombre a la plaza. Esta Catedral en honor a San Martín, ya era un templo de culto en época romana. Dentro del edificio hay elementos de estilo gótico y románico, pero la decoración es mayoritariamente de estilo barroco. Ha sufrido varios ataques y tras los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial tuvo que ser restaurada en su totalidad. http://sobrealemania.com/2009/12/02/bonn-minster-o-la-catedral-de-bonn/

Después de visitar la Catedral, se puede ir a ver el Palacio de Poppelsdorf, una mansión barroca rodeada por un jardín botánico, dónde se celebran conciertos en verano. Como dato curioso, en el jardín se expone la flor de mayor tamaño del mundo, un Arum Titan de 274 cms de altura que floreció en el año 2003 y que supone un record mundial. Actualmente, el Palacio acoge los institutos de mineralogía y biología de la Universidad, así como un museo.

Bonn es un remanso de paz y tranquilidad. No es extraño que en esta ciudad Beethoven encontrara las musas que lo convertirían en el mejor compositor de la historia, con permiso de Mozart. Dejo aquí el enlace de una de sus biografías que me ha gustado porque explica con detalle cómo fue su vida, la vida de un genio: https://www.biografiasyvidas.com/monografia/beethoven/

Una buena época para visitar Bonn es en primavera, ya que en la Avenida de los cerezos (Heerstrasse) se produce cada año un fenómeno que convierte esta calle en uno de los túneles florales más hermosos del mundo. La floración del cerezo o Sakura, como se conoce en japonés es un espectáculo visual a no perderse en la antigua capital de Alemania. Tampoco hay que perderse las ruinas de las antiguas murallas del siglo XIII que rodeaban y protegían la ciudad, y cuyos restos se encuentran entre la plaza de la Catedral y la del mercado, la Markplatz.

Para comer, optamos por hacer un pic-nic en el Freizeipark Rheinaue, un enorme parque de 160 hectáreas y una red de caminos de más de 45 kms. Otro remanso de paz en el que sólo nos faltó escuchar la quinta sinfonía. Cuenta con un jardín japonés y un jardín para invidentes, entre otros rincones. Volvimos a repetir una de nuestras costumbres viajeras: la siesta campestre a la sombra de un sauce llorón. Al principio nos daba cierta vergüenza pero en Lisboa dimo el paso definitivo y cada vez que comemos en el campo, la siesta no nos la quita ni un tsunami.

El despertar a media tarde en un lugar desconocido tiene su aquél. Al principio estás perdido pero a los pocos minutos ya estás en marcha otra vez, con ganas de comerte el mundo. Volvimos al centro histórico de Bonn para ver el antiguo Ayuntamiento de Bonn en la plaza del mercado. Construido en los años 1737-1738 es de estilo gótico tardío y no dejaría de ser un edificio más, si no fuese porque el primer presidente de la República Federal Alemana, Theodor Heuss se presentó al público desde sus escalinatas nada más ser elegido.

Para volver a Colonia en tren no hay ningún problema, cada media hora hay servicio prácticamente. Nos despedimos de Bonn con una sonrisa al enterarnos de otro dato curioso. Resulta que la fábrica de golosinas HARIBO (la de los famosos ositos de colores) tiene su sede en Bonn y a los niños, cada otoño desde el año 1936, se les ofrece un trueque que consiste en cambiar bellotas y castañas por golosinas. Por cada 10 castañas o 5 bellotas que entregan se les da un producto de la marca. Los niños contentos y el ganado de la finca de la familia Riegel, dueña de la fábrica, también.

Düsseldorf, no apta para bolsillos escasos
Cuando en las webs de turismo anuncian “no gastes más de lo necesario” es como para echarse a temblar ¿no? La capital oficial de Renania del Norte también está muy cerca de Colonia y se puede hacer una excursión de un día, dejando eso sí, la visa a enfriar porque corre peligro en la capital del Shopping. Ciudad moderna, con edificios de diseño, también a la orilla de Rhin, miles de tiendas y un centro histórico conocido como la “barra” por el altísimo nivel de concentración de bares y restaurantes.

Si empezamos por el “Altstadt” o ciudad vieja, nos tenemos que dejar llevar, perdernos por sus calles y descubrir sus puntos de interés turístico casualmente, sin seguir una ruta preestablecida. La plaza más concurrida y famosa es la Burgplatz con unas vistas fantásticas sobre el río. Destaca en la plaza la Torre del antiguo Palacio del Conde de Berg, dónde se ubica el museo de la Navegación. También en el centro histórico se encuentra la Markplatz, una plaza con mucho encanto, dónde se encuentra el Ayuntamiento o Rathaus. Y por último, otros dos puntos que destacan del centro histórico son la Iglesia de San Lamberto y la Bergerkirche. La primera es católica, de estilo gótico y data del siglo XIV. Es relevante porque en su interior se encuentran la tumba de San Lamberto y  las reliquias de San Apolinar, el patrón de la ciudad. Según parece su torre torcida se debe a que tras un incendio en el siglo XIX fue reconstruida con madera húmeda. Cuenta la leyenda que la torre se enderezará el día que se case una chica virgen en su altar. Han pasado los años y la torre sigue torcida, la solución tarda en producirse y el cachondeo está servido. Para verla hay que ir a la Stiftsplatz.

El otro templo es luterano y es del siglo XVII. Como en aquellos tiempos no se podían construir templos de esta orden, se edificó en el interior de un patio de la calle Berger, de ahí su nombre. El exterior es de estilo renacentista alemán, bien sobrio y el interior, que no llegamos a ver, todo lo contrario, de estilo barroco. En contraste con la parte más antigua, existe una ciudad ultra moderna con edificios futuristas. Hablamos de la zona del puerto conocida como Medienhafen, con una colección de edificios “firmados” por los arquitectos más prestigiosos del mundo como Frank Gehry.

La Torre que destaca en el “skyline” de Düsseldorf y que también se encuentra junto al Rhin,  es la Rheinturm, construida a finales de los 80 como torre de telecomunicaciones y a la que se puede subir y disfrutar de unas vistas espectaculares mientras tomas algo en su restaurante que gira sobre sí mismo, 360º grados, cada hora. http://www.guennewig.de/en/rheinturm-duesseldorf

Pero, pero, pero….. ¿A qué viene el 99,9% de la gente a Düsseldorf? Como decía antes, a quemar la tarjeta visa literalmente en la calle más comercial de la ciudad, y una de las más conocidas del país, la Königsallee, localmente conocida como la Kö. Todas las marcas reputadas están ahí, y si no lo están, no existen…Además de “pecar” y de dejarse llevar por los bajos instintos y las compras irracionales, lo que es una gozada es pasear por esta calle partida en dos por un canal y varios puentes que lo cruzan. Esta calle siempre está animada, y me consta que mucha gente de Colonia viene aquí de compras también. Si en esta calle se ven muchos japoneses, más de lo habitual en una meca del Shopping no es casualidad, Düsseldorf cuenta con una población de más de 11.000 japoneses, encabezando el ranking de Europa. Por eso, el sushi, bueno y verdadero es muy fácil de encontrar aquí, la oferta de restaurantes con comida nipona es variada y muy rica. Además, por si fuera poco, los japoneses cuentan con un parque con un jardín, un templo budista y una casa tradicional para que se sientan como en casa en el Eko-haus: http://www.eko-haus.de/

Con bolsas o sin bolsas en las manos, y después de haber quemado o no la visa,  la jornada en Düsseldorf se puede rematar paseando por el Hofgarten, un enorme parque en pleno centro con varios estanques y jardines, y bebiendo una Altbier. Aviso a navegantes: en Düsseldorf si pides una Kölsch, igual no sales vivo. La competencia entre las dos ciudades es bestial y en todas las variantes imaginables. Las dos ciudades cuentan con los carnavales más famosos del país, y por supuesto, cada cual reivindica el suyo propio como el mejor de los mejores.

Personalmente, tengo que decir que históricamente y como interés cultural me gusta más Colonia. Pero, también reconozco que Düsseldorf es más moderna y más dinámica.  Todo en esta vida es relativo. Así que me quedo con lo mejor de cada ciudad, con la ventaja de que no están lejos entre sí, y son perfectamente complementarias.

Aquisgrán, Aachen, Aix-la-Chapelle
No creo que exista en el mundo un lugar que se traduzca de forma tan dispar. Es como si en cada idioma se quisieran apropiar de la ciudad imperial de Carlomagno, de la ciudad-balneario con un pasado histórico único. Desde Colonia, una excursión de un día nos permite visitar Aquisgrán sin dejar Alemania, y Maastricht también cruzando la frontera con Holanda. En tren salimos temprano y en aproximadamente una hora llegamos a la estación central de Aachen. La cuna de Europa a nuestro alcance.: https://www.bahn.de/i/view/ESP/es/about/horarios-reservas.shtml

La primera parada obligada es la espectacular Catedral, no hay escapatoria. Si Colonia y Düsseldorf se disputan el trono de Renania-Westfalia, Aquisgrán también participa en este juego de tronos, es el “desembarco del Rey”, la ciudad que eligió Carlomagno como su residencia favorita y dónde se ha coronado a los reyes alemanes a lo largo de los años en los que la dinastía Carolingia de reyes Francos gobernaron Europa Occidental entre los siglos VIII y X. Su nombre deriva de su fundador, el mayordomo de palacio y vencedor de la batalla de Poitiers, Carlos Martel. Al fundador le sucedió el que la historia reconoce como el fundador de las monarquías francesa y alemana, el Padre de Europa, el que sentó las bases de lo que sería Europa Occidental durante la Edad Media, Carolus Magnus: https://es.wikipedia.org/wiki/Carlomagno

En la catedral de Aachen / Aquisgrán está enterrado el “Padre de Europa”. Fue construida en el siglo VIII como Capilla Palatina por orden del Emperador. A partir de esta primera capilla, la construcción fue creciendo hasta convertirse en la Catedral que fue incluida en 1978 como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Fue la primera estructura abovedada que se construyó al norte de los Alpes. Se mantuvo durante el Renacimiento carolingio e incluso a principio de la Edad Media como uno de los ejemplos a imitar en la arquitectura religiosa. La Capilla original es de planta octogonal, coronada por tribunas y una cúpula impresionante. La población tenía acceso a la parte inferior de la capilla, mientras el Emperador se situaba en lo alto, frente al altar, en un trono de piedra dónde posteriormente se coronó a los reyes teutones. La Capilla sigue siendo el punto neurálgico de la Catedral. El tesoro que allí se custodia, está considerado como uno de los tesoros eclesiásticos más importantes del norte de Europa. En la cripta nos encontramos con la Cruz de Lothar de oro y piedras preciosas, que aún se sigue sacando en las procesiones, una casulla de terciopelo azul con perlas bordadas, un relicario y un sarcófago de mármol que contiene los restos mortales de Carlo Magno. Es un lugar muy especial, y sólo por visitarlo merece la pena coger el tren desde Colonia: http://www.arteguias.com/artecarolingio.htm

Hay vida en la ciudad más allá de la Catedral, fuimos paseando hasta la plaza del Mercado, dónde destaca otro de los edificios más emblemáticos de Aquisgrán, el Ayuntamiento del siglo XIV, de estilo gótico y construido sobre las ruinas del antiguo palacio de Carlomagno. La plaza en sí es muy agradable, con un montón de bares y restaurantes. Elegimos un restaurante libanés, en una de las calles aledañas, la Pontstrasse: https://www.akl-orient.de. (Han pasado 7 años y aún sigo recordando lo bien que comimos allí.).

En octubre los días ya no son tan largos y menos en el centro de Europa, por eso después de comer, dimos un último paseo antes de coger el tren hacia Maastricht. En nuestro regreso a la estación pasamos por la Puppenbrunnen o Fuente de los títeres. Se encuentra en pleno centro, muy cerca de la Catedral y siempre está rodeada de niños y curiosos por ser tan original. Está hecha con marionetas de metal que se pueden tocar y mover. Si se dispone de más tiempo, siempre se puede completar la visita con unos masajes y un buen baño termal. Aachen es una ciudad-balneario y las termas del Carolus Thermen son, sencillamente, de otro planeta: http://www.carolus-thermen.de/go/bad_aachen/english.html. Otra asignatura pendiente..

Maastricht,
Desde Aquisgrán a Maastricht en tren se llega en hora y media, más o menos. Cruzamos la frontera que separa Alemania del Sur de Países Bajos. Cuando llegamos a la ciudad del Tratado Europeo por el que se consagró oficialmente el término de Unión Europea, lo primero que hicimos es ir hacia la zona del puente que atrae al turista como un imán. http://clio.rediris.es/udidactica/maastricht.htm (unos apuntes sobre el Tratado que nunca viene mal recordar).

Hasta la segunda mitad del siglo XIX, Maastricht fue una ciudad amurallada. Un paseo por su centro histórico es un recorrido por la Edad Media. Para empezar el descubrimiento de una de las ciudades más antiguas de Holanda, y antes de alcanzar el famoso puente que cruza el río Mosa , una buena opción es hacerlo atravesando la puerta del Infierno, la Helpoort, situada en los muros medievales de las murallas al final de la Bernardusstraat. Esta puerta data del 1229 y es la más antigua del país de los tulipanes. Desde allí, nos perdimos por las calles de esta ciudad de cuento y llegamos a la plaza más famosa, la plaza de las Armas, Vrijthof, flanqueada por dos Iglesias muy populares, y dónde se llevaban a cabo las ejecuciones públicas en la Edad Media. La Basílica de San Servacio que domina la Plaza de las Armas, en honor al Santo que llevó el cristianismo a Holanda es una obra de estilo románico y en su cripta descansan los restos mortales del santo. La otra Iglesia de la plaza, y que también merece la visita, es la Iglesia gótica de San Juan, (Sint Yanskerk), en la que destaca su gran torre-campanario de color rojizo, porque según cuenta la leyenda (bastante increíble) se pintó con sangre de buey como elemento protector. Las creencias populares rocambolescas también se expanden en los países “serios”.

Otra Iglesia a no perderse por su originalidad es la Selexyz Dominicanen, una iglesia reconvertida en librería que data del año 800. Su arquitectura es impresionante y cuenta con tres alturas llenas, repletas de libros. Parece ser que en Holanda es bastante común reconvertir las iglesias en librerías, restaurantes, discotecas u otro tipo de establecimiento ajeno al uso litúrgico. Me recuerda a la Iglesia de Cuéllar en Segovia, reconvertida en restaurante, dónde comimos pulpo a la brasa con helado de mostaza.

Pasear, comer, beber, esquivar las bicis que circulan por decenas, curiosear, babear con los escaparates de artículos de decoración, todo esto y mucho más se puede hacer en esta ciudad del “slow living”, esa filosofía vital que recomienda vivir la vida con el freno echado, sin estrés y con mucha calma. Cuando finalmente llegamos al puente romano, ya estaba atardeciendo y las vistas, con esa luz que tanto me gusta, nos embaucaron durante un buen rato. Nos tocaba despedirnos de la “capital histórica de la Unión Europea”. Cruzamos el puente lentamente, mientras nuestras mentes se perdían con el horizonte. Al otro lado del río vimos la parte más comercial, de edificios más recientes y tiendas más modernas, de esas que se ven en todas las ciudades de la globalización. No hay mucho más que ver al otro lado del río. Volvimos sobre nuestros pasos, y en dirección a la estación de trenes de nuevo, pasamos por otra plaza carismática, la Plaza del Mercado rodeada de edificios barrocos, entre los que destaca el Stadhuis (Ayuntamiento). Diseñado por el arquitecto Pieter el Poste, cuenta con una doble escalera majestuosa y un carillón de 49 campanas que se hacen oír cada sábado.

Nos costó despedirnos del puente romano de Maastricht pero teníamos que volver a Colonia.  Nos esperaban las últimas “Kölsh” en cualquier “Biergarten” . Tampoco nos bebimos tantas, las suficientes como para volver al hotel sin confundir las nubes grises que iban dejando paso a una luna creciente con los dragones de Khaleesi.

 

 

 

 

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