Del 17 al 21 de Abril de 2014
Castilla la Vieja, Campos de Castilla, Ancha es Castilla…. y así hasta el infinito. Sería imposible abarcar la región más grande del país en cinco días, pero sí, recorrer algunos puntos clave en la vida de la reina más famosa y más poderosa de la historia de España. Y sí, vale lo confieso, con una serie de televisión me interesé más por la vida de esta mujer que con todos los apuntes de historia “tragados” durante muchos años de mi vida. Es una forma un tanto cómoda y fácil de entender la historia, de “colocar” a cada protagonista en su sitio. Aunque, también es verdad, que a pesar de la serie sigo necesitando un croquis para recordar quién es primo, cuñado o hermano de la protagonista del culebrón, perdón de la historia de este bendito país. Dicho esto, a raíz de la serie, se han prodigado las rutas que dan a conocer los lugares dónde nació, vivió, comulgó y expió sus culpas la Reina de las reinas. Teníamos la oportunidad de seguir una de las rutas y de paso conocer lugares que yo no conocía como por ejemplo: Zamora o pueblos del interior de Segovia y Ávila. Y así fue cómo empezó nuestra escapada por Castilla.
Jueves 17: Molina de Aragón- Medinaceli – Burgo de Osma – San Esteban de Gormaz – Ayllón
Desde Castellón salimos pronto por la mañana y llegamos por la autovía Mudéjar que enlaza Aragón con Valencia, la A23, al desvío por Monreal del Campo hacia Soria, con una primera parada en el castillo de Molina de Aragón. A pesar del “apellido” aragonés, Molina pertenece a la provincia de Guadalajara. El Castillo de Molina, construido por los árabes http://www.aache.com/castillos/guadalajara_molina.htm blinda majestuosamente la entrada a Castilla desde su posición en lo alto de una colina. Cuenta la historia que allí se alojó el Cid Campeador en su exilio de Burgos a Valencia, invitado por uno de los sultanes que gobernaban por aquél entonces el reino de Taifa molinés. Actualmente está en estado de ruina pero se puede visitar.
Recordamos la vez que visitamos el Castillo allá por 1998 con un calor de justicia, subiendo la cuesta sin aliento. Esta vez sólo paramos a estirar las piernas, teníamos mucho que ver por delante. La siguiente parada, Medinaceli, también era un lugar ya conocido por mí, pero no por mi “Santo”. Cuesta llegar, pero merece la pena sufrir las curvas de la carretera de acceso a la cima, dónde se ubica uno de los municipios más bellos del país según la lista de los “pueblos más bonitos de España”.
Fue un enclave estratégico de primera magnitud durante siglos, debido a su situación en la confluencia del valle del Jalón y el valle del Arbujuelo. A su alcazaba árabe parece que vino a morir, según algunos autores, el gran caudillo Almanzor el año 1002, presuntamente en ruta de retirada de la batalla de Calatañazor. Igualmente, durante la Guerra de la Independencia española, el Empecinado se hizo fuerte en la plaza, ante el ataque de las tropas napoleónicas.
Cuando llegamos era la hora de comer y pudimos disfrutar de sus calles y plazas prácticamente en soledad. El centro es peatonal y aparcamos a la entrada, justo delante del único Arco romano de 3 puentes que existe en España y que se conserva desde la época romana (siglo III D.C).
Desde allí, al centro no hay mucho tramo y es una gozada perderse por la calles hasta llegar a la Plaza mayor, con una superficie de unos cinco mil metros cuadrados y situada en donde estuvo el antiguo foro romano. Está completamente restaurada y pavimentada en la actualidad. El Palacio Ducal cierra su lado oriental y en el lado sur está la Alhóndiga, del siglo XVI, en cuyo piso superior estuvo la casa del concejo. El Palacio Ducal es renacentista y fue construido en el siglo XVI como sede de la Casa de los Medinaceli, una dinastía con una importancia histórica que merece la pena conocer: http://es.fundacionmedinaceli.org/casaducal/index.aspx
Esa misma Plaza Mayor que nos deleitó la vista durante un buen rato es el escenario en el que desgraciadamente se festeja el toro jubilo, una costumbre ancestral que se celebra la noche del 12 al 13 de noviembre y que consiste en prenderle fuego a las astas y una vez más hacer sufrir a un animal para divertimento de algunos. Sí lo sé, no soy objetiva pero hay cosas que no soporto y ésta es una de ellas, no puedo con el maltrato animal por mucho que quieran disfrazarlo y justificarlo con que son costumbres heredadas.
Tampoco era cuestión de irse con un mal sabor de boca de Medinaceli, nos despedimos haciendo un “pic nic con vistas”, las mejores vistas al paisaje soriano que se percibe desde los jardines que rodean el Arco romano. El sol que empezaba a picar en primavera invitaba a una buena siesta al aire libre pero decidimos seguir ruta hacia la siguiente parada: el Burgo de Osma.
Pocas veces he visto tanta concentración de vascos fuera de los montes navarros a dónde acuden en manadas a robar setas. Bromas aparte, el Burgo de Osma con sus banderas españolas en los balcones por si a alguien se le olvida el ferviente “nacionalismo” de sus habitantes es un lugar monumental, un lugar del que había oído hablar pero que jamás imaginé que fuese tan importante desde el punto de vista histórico y arquitectónico.
Tras atravesar la puerta de la muralla, entramos andando por la calle Mayor, una calle emblemática, de puro estilo castellano con sus soportales y sus comercios, de esos locales que se van extinguiendo por desgracia. Un bar muy pequeño y muy antiguo, del “pleistoceno” casi, nos llamó la atención. No apunté el nombre pero no creo que haya muchos así, será fácil de encontrar si el dueño se mantiene sin ir a criar malvas. Sirven “limonada” o Zurracapote para el común de los mortales. El dueño un primor, la decoración con carteles de corridas del siglo pasado son de coleccionista y la latas de conserva que sirven en un plato, son como de tebeo de carpanta, ver para creer…
Al salir, seguimos por la calle Mayor hasta alcanzar la plaza Mayor, muy animada y muy castellana también. Niños patinan y juegan, los abuelos charlan en los bancos y los vascos por manadas “turistean” como nosotros. De estilo barroco pero sin demasiadas ostentaciones es una plaza única que contrasta con el entorno medieval. En un lateral de la plaza destaca la fachada del que fuera Hospital de San Agustín que hoy acoge la oficina de turismo y por otro lado, la fachada del Ayuntamiento que parece un reflejo más “pobre” de la fachada del Hospital. Toda la plaza está circundada por soportales que dan cabida a las terrazas de bares y restaurantes.
La plaza es la antesala a la gran y majestuosa Catedral de la Asunción. Es un edificio de estilo gótico que sustituyó a otro anterior románico. Comenzada su construcción en 1232, muestra también otros aportes estilísticos, concluyendo en 1784 con elementos neoclásicos. Como otras muchas catedrales españolas del siglo XIII, fue dedicada a la Asunción de la Virgen. Su tamaño es colosal y comparte la sede catedralicia con la Concatedral de San Pedro de Soria. Visita obligada, sin duda: http://www.arteguias.com/catedral/burgodeosma.htm
Ciudad amurallada, actualmente de las 5 puertas que había sólo se conserva la Puerta de San Miguel o la del Río, al estar junto al río Ucero . Saliendo de la Catedral, llegamos a esta Puerta para cruzar el puente y disfrutar de unas vistas preciosas sobre Burgo de Osma desde extramuros. Un parque muy agradable a orillas del río, nos permitió disfrutar de un paseo muy agradable antes de la despedida.
Esa noche teníamos que dormir en la provincia de Segovia, concretamente en Ayllón, pero antes de dejar la provincia de Soria, nos recomendaron parar en un pequeño pueblo Soriano que se llama San Esteban de Gormaz. La localidad está situada en la Ruta de la Lana y en el Camino del Cid, ruta del destierro de El Cid, en la orilla del Río Duero. Aparentemente no destaca en nada, pero la joya románica que alberga, casi escondida, justifica y mucho el desplazamiento. Se trata de la Iglesia de San Miguel del año 1081, del siglo XI. Los aficionados a la Historia tienen parada obligada en la iglesia de San Esteban, construida en tiempos del Cid, ya que podrían estar delante de la iglesia porticada más antigua de España. Los relieves de los capiteles y los canecillos son muy interesantes, algunos simbolizan guerreros medievales: las distintas imágenes, algunas en mal estado, permiten a la imaginación del viajero sugerir libres interpretaciones. Además, y si uno se fija con atención, descubrirá grabado en una de los sillares un pequeño tablero de juego parecido al tres en raya: se trata del alquerque, un viejo juego medieval de origen árabe. Otra Iglesia románica en este pueblo que merece la visita es la Iglesia de Nuestra Señora del Rivero. Este templo es de construcción algo posterior, pero guarda igualmente un patrimonio románico impresionante. http://www.arteguias.com/romanico_sanestebangormaz.htm
Se iba acabando el día y aún teníamos 39 km por delante para llegar a nuestro destino final del día. Para coronar la jornada la naturaleza castellana nos regaló un espectáculo visual inolvidable. Llanura extensa de colores verdes y rojizos sin limitaciones, el horizonte era una línea lejanísima que invitaba a soñar. En ese momento, y en otros que viviríamos a lo largo de nuestro periplo por Castilla, entendimos el significado nada exagerado de “Ancha es Castilla” . Cuando por fin llegamos a Ayllón descubrimos otro pueblo de la lista de los más bonitos de España. Medinaceli por la mañana, Burgo de Osma por la tarde y Ayllón por la noche, día completo. Choperas a orillas del Duero y un pueblo de muros de piedra rojiza nos recibieron al anochecer en Ayllón.
Aparcamos en la chopera, justo al lado del puente romano precioso que cruza el río y caminando por el pavimento adoquinado llegamos a la Plaza mayor, otra plaza de cuento de hadas. No teníamos tiempo de extasiarnos demasiado ya que llegábamos ya tarde a nuestra cita con la dueña de la Casa Rural que nos tenía que dar las llaves para alojarnos en la Casa rural Aldarve: http://www.eladarve.es/.
Un lugar más que recomendable: su dueña la amabilidad en persona, la ubicación en la calle de El Parral inmejorable, a escasos metros de la Plaza Mayor, habitaciones espaciosas, abuhardilladas y decoradas con mucho gusto. Además, para cenar encontramos un restaurante muy cerca de la Casa rural dónde cenamos como reyes (lo de cenar como pobres lo dejamos para otra ocasión): los pimientos rellenos de perdiz, regados con vino de Ribera de Duero no dan tregua y nosotros nos rendimos sin condiciones… http://www.elparraldeayllon.es/
Viernes 19: Ayllón – Riaza – Pedraza – Segovia – Sta María la Real de Nieva – Coca – Olmedo – Iscar – Cuéllar
Nos despertamos temprano para aprovechar un día más de ruta por tierras castellanas. Ayllón con los primeros rayos de sol y en viernes Santo, nos acogió con sus calles vacías y su Plaza mayor a nuestra disposición total, tan sólo vimos algún despistado que aún seguía de fiesta. La Plaza principal es un monumento en sí misma, mires dónde mires hay un edificio histórico o una casona que atrae el interés del turista. En el centro de esta plaza se encuentra la fuente con cuatro caños, construida en el año 1892, de estilo romántico. Según cuenta la historia, al llegar el IV centenario del descubrimiento de América, el Jefe del Gobierno que era D. Antonio Cánovas del Castillo acordó celebrar dicho acontecimiento solamente en aquellas Villas y ciudades que habían tenido estrecha relación con el Descubrimiento. Ayllón fue uno de los elegidos. Esa mejora fue la fuente de la Plaza Mayor en la que figura la fecha de 1892.
En los laterales los soportales con recios pilares de madera sujetan las casas típicas castellanas con un encanto muy particular. La Iglesia románica de San Miguel que también asoma a la Plaza es una joya arquitectónica con un lateral abierto sorprendente. Según me documento: en el siglo XVI se levantó un pórtico abierto que protegía la portada y servía al mismo tiempo como tribuna para que los clérigos asistieran a los festejos que se celebraban en la plaza. En siglo XX se cerró este pórtico y pasó a ser vivienda del párroco, pero en una de las últimas restauraciones se eliminó esta vivienda y se dejó tan solo la estructura abierta del siglo XVI.
El Ayuntamiento de Ayllón tiene su sede en un palacio construido en el siglo XVI, que fue arrasado en un incendio en 1945 y que conservó sólo la fachada, en la que lucen los escudos de los Marqueses de Villena. El Palacio de los Contreras, de estilo gotico Isabelino, la Iglesia de Santa María la Mayor, La Casa de la Torre, el edificio civil más antiguo de la villa, el Palacio del Obispo Velosillo, actualmente la sede de un Museo de Arte contemporáneo, la Casa del Águila también blasonada, el Convento de las monjas concepcionistas, el Arco de entrada medieval, El Castillo que domina desde el cerro… ¿Algún motivo más para visitar este pueblo?.
La primera dosis de belleza en vena nos sentó divinamente, pero no había hecho más que empezar, porque lo que vendría después nos produjo “sobredosis”. Para seguir, nos topamos con otra maravilla: Riaza. A media mañana seguíamos sin agobios de gente y disfrutamos de la Plaza Mayor desde todos los ángulos habidos y por haber. Ya de por sí es diferente al resto de plazas por su forma en elipse. Su aspecto actual data del año 1873, cuando se explanó el ruedo que tiene forma de elipse. En su centro (lugar estratégico y de paso obligado tanto para vecinos como viajeros, ya que en él confluyen las distintas calles) estuvo colocado el «rollo jurisdiccional» (a veces denominado simplemente «rollo» o «picota») que era una columna de piedra, sobre unas gradas, que solían poseer aquellos municipios que gozaban de plena jurisdicción, donde se exponía a los reos a la vergüenza pública y se colgaban los miembros cortados de algunos condenados a muerte o mutilados.
Las casas de la plaza, típicas casas “Riazanas”, algunas de ellas con blasones, fueron construidas en el siglo XVIII y en sus soportales apoyados en columnas de piedra o madera se cobijaba la gente cuando hacía mal tiempo y se celebraba el mercado.
Paseando por el pueblo, vimos muchas tiendas de decoración y restaurantes de lujo para los madrileños que van a esquiar a la estación de esquí de Pinilla y luego comen un buen lechazo y beben buenos tintos de Ribera de Duero.
Con esta nueva dosis de belleza en las venas, seguimos nuestra ruta hasta el pueblo de la navidad, el pueblo que se hizo famoso por el anuncio de la lotería de 2013: https://www.youtube.com/watch?v=qN3LICXk0w8 y que tantos chistes provocó. Una pena que la belleza de Pedraza pasara a un segundo plano, pero las actuaciones de la Caballé y de Raphael dieron para unas cuantas risas…
Yo había oído hablar de este pueblo y de las noches de las velas que se celebran en verano. Es un lugar de cuento de hadas y si lo imaginamos iluminado con cientos de velas tiene que ser el no va más. Dicen que Pedraza de la Sierra, que así es su nombre completo, se perfuma cada día con el humo de las chimeneas y la preparación lenta y artesanal de un buen cochinillo asado segoviano. Nosotros oler no olimos pero sí que disfrutamos muchísimo del paseo por las calles de uno de los pueblos medievales mejor conservados de España. Casas-palacio, un Castillo dónde, según cuenta la leyenda hubo reos de sangre real, una Iglesia románica, una plaza porticada y rincones inolvidables. Una joya a los pies de la Sierra de Guadarrama.
Para visitar Pedraza, lo más recomendable es aparcar en el exterior de la muralla que rodea el pueblo y entrar por el único acceso disponible, la entrada principal de la villa, dónde destaca en su arco el escudo de Iñigo Fernández de Velasco. Una vez cruzada la puerta principal que en tiempos pasados se cerraba de noche, el paseo por la calle mayor hasta llegar a la plaza porticada o hasta el Castillo, es un paseo que invita a soñar y a descubrir los rincones escondidos de la villa medieval.
El castillo alberga una exposición del pintor Zuloaga, en el año 1926 el pintor lo adquirió y sus herederos han acondicionado una de las torres para exponer al público una parte de su obra. Paramos en la oficina de turismo para documentarnos y en el mapa me dí cuenta que el siguiente destino programado, Sepúlveda, no era una buena opción. Nos teníamos que desviar muy al norte, y nosotros teníamos que seguir hacia el Oeste. Una pena, porque es otro pueblo recomendable pero lo tuvimos que dejar para otra ocasión.
Desde Pedraza, de dónde salimos con la firme promesa de volver, nos dirigimos a la capital, a Segovia. Viernes Santo, sol reluciente y medio país concentrado allí, bajo el acueducto romano imponente: https://es.wikipedia.org/wiki/Acueducto_de_Segovia viendo las procesiones. Así nos recibió una de las ciudades más visitadas del país. No era la primera vez que visitábamos Segovia, pero sí la primera vez que vimos una procesión con el sonido particular de las “carracas”.
https://es.wikipedia.org/wiki/Matraca
Acostumbrados a ver las procesiones de Semana Santa en Andalucía, año tras año, era la primera vez que veíamos procesiones en Castilla. Teníamos ganas de descubrir otra manera de vivir la Semana Santa, más austera, más solemne e incluso, más trágica.
Llegamos a tiempo de ver la procesión segoviana del Santo Cristo de los Gascones y nos impactó ver las imágenes religiosas con el acueducto de fondo. A tope de gente, los turistas japoneses no daban abasto con sus cámaras de fotos. Un espectáculo de color, historia y sentimiento religioso que nos mantuvo absortos durante una hora larga. Logramos cruzar la calle y fuimos paseando hasta el Alcázar. En el camino, volvimos a visitar la espectacular Catedral de Santa María de Segovia, conocida como la Dama de las Catedrales por su tamaño y su belleza, de estilo gótico con rasgos renacentistas. https://catedralsegovia.wordpress.com/
También pasamos por la Plaza Mayor atestada de gente paseando y “vermuteando” en las terrazas. http://www.rutasconhistoria.es/loc/plaza-mayor-de-segovia. La multitud era casi agobiante y apenas pudimos disfrutar del entorno. Menos mal que ya tuvimos ocasión de perdernos por la judería segoviana en otra ocasión porque era casi imposible avanzar. Cuando por fin llegamos al Alcázar , conseguimos abrirnos paso y pasear por los jardines que rodean al palacio del cuento de hadas segoviano. Las vistas sobre la ciudad desde los jardines son inigualables. El Alcázar fue construido originalmente como una fortaleza por el rey Bereber Alí ibn Yúsuf en el siglo XII, pero ha servido como un palacio real, una prisión estatal, un centro de artillería y una academia militar desde entonces.
En la Edad Media, por su seguridad como por la proximidad de zonas de caza, el Alcázar se convirtió en una de las residencias favoritas de los Reyes de Castilla, en especial de Alfonso X. Fue habitado muchas veces y llegó a ser uno de los más suntuosos palacios-castillos en el siglo XV, siendo testigo mudo de acontecimientos claves de la Historia de España como la proclamación de Isabel la Católica (13 de diciembre de 1474). http://www.alcazardesegovia.com/
En Segovia ya empezamos a seguir los pasos de Isabel la Católica, nos quedaba mucha ruta por delante pero la fortaleza segoviana fue nuestro punto de partida para seguir los pasos de la reina viajera. Salimos de Segovia rumbo a Valladolid y paramos en Santa María la Real de Nieva, donde destaca su colegiata con bellas portadas y un claustro de capiteles románicos de excepcional valor; allí pueden descubrirse algunas decoraciones de ladrillo en esquina, típicamente mudéjares.
Después del agobio de gente que sufrimos en Segovia capital, comer en el patio de la Iglesia al aire libre, solos, con la única compañía de un par de gatos callejeros, fue un auténtico lujazo. Con el silencio reinante pudimos echar una siesta que nos dejó como nuevos para visitar el Castillo de Coca que nos esperaba a pocos kilómetros.
Este Castillo está considerado como uno de los ejemplares más hermosos del arte gótico-mudéjar español. Al contrario que otros, no está ubicado en lo alto de un cerro, sino que aprovecha los escarpes del terreno como base de su asentamiento rodeado por un ancho y profundo foso. La Casa de Alba es la propietaria del Castillo y lo cedió al Ministerio de Agricultura en 1954 para que se instalara en él una Escuela de Capacitación forestal que sigue funcionando en la actualidad con gran renombre:
https://es.wikipedia.org/wiki/Castillo_de_Coca
A pocos kilómetros también se encontraba la siguiente parada: Olmedo, la villa de los siete sietes porque poseía 7 plazas, 7 Iglesia, 7 conventos, 7 arcos o puertas de entrada, 7 casas nobles, 7 fuentes y 7 pueblos de su Alfoz. ¿Parada obligatoria? Pues tengo que decir que no nos impresionó mucho, más bien lo contrario. Se ha convertido en una mezcla poco acertada de estilos arquitectónicos, con muchas construcciones de los años 70 que afean bastante el paisaje.
Olmedo fue sin duda un bastión importante, con protagonismo histórico a juzgar por las palabras de Lope de Vega en su obra “El Caballero de Olmedo”: “Quien Señor de Castilla quiera ser, a Olmedo de su parte ha de tener”. Hoy en día, la villa de los siete sietes ha perdido su encanto histórico, una pena… http://www.provinciadevalladolid.com/es/olmedo
Desde Olmedo en la provincia de Valladolid, volvimos sobre nuestros pasos a la provincia de Segovia. Teníamos alojamiento reservado en una casa rural de Cuéllar y no tuvimos más remedio que volver unos kilómetros sobre nuestros pasos. No fue una mala opción, todo lo contrario, tuvimos la oportunidad de visitar el castillo de Iscar, un castillo con unas vistas espectaculares y una tienda-museo de cervezas artesanales, dónde degustamos una cerveza con nombre singular “La loca Juana”. http://www.cervezajuanalaloca.es/. Buen sitio para elaborar cerveza, nada menos que en el patio de armas de un castillo con unas vistas impactantes sobre el pueblo de Iscar y los extensos pinares que se pierden en el horizonte.
Anochecía casi cuando llegamos a la Casa rural Tirontillana en Dehesa de Cuéllar, a las afueras de la ciudad amurallada del mismo nombre. http://www.tirontillana.es/. Un sitio muy tranquilo, con habitaciones amplias y limpias y unos anfitriones muy amables. En pocos minutos nos preparamos para salir a cenar a Cuéllar. La salida nocturna tuvo sus frutos: la procesión de Viernes Santo en primera fila con los costaleros vestidos de romanos y la imagen del Cristo crucificado metido en una urna iluminada, ¡el no va más!. Acabamos cenando en una antigua iglesia “la cúpula de San Pedro Café” un pulpo a la brasa con helado de mostaza, regado con tinto Prado del Rey. ¿Quién nos iba a decir que en un pueblo segoviano íbamos a probar semejante manjar en un entorno tan particular?. Un buen remate para acabar otro día intenso de viaje por Castilla la Vieja.
Sábado 19: Cuellar – Peñafiel – Valladolid – Toro – Zamora – Tordesillas
Lo primero que hicimos después de desayunar y despedirnos de los anfitriones de la casa rural, fue ir a visitar otro castillo impresionante, el de Cuéllar. La visita guiada nos pareció interesante pero duraba demasiado tiempo, por lo que optamos por no hacerla por el interior pero sí por el exterior, rodeando las murallas y atravesando el gigantesco patio de armas que precede la entrada principal. http://www.cuellar.es/reservas/visitas/castillo-guiado/
Desde el castillo nos perdimos por las calles inclinadas de Cuéllar y nos encontramos con una iglesia muy curiosa, la Iglesia de San Esteban. Y digo curiosa porque destaca su gran ábside de ladrillo que sobresale de forma imponente hacia el exterior. Si le añadimos su ubicación, casi encastrada en el centro del pueblo, hace que el ábside descomunal destaque aún más. Un ejemplo de arquitectura mudéjar a no perderse.
http://www.cuellar.es/que-visitar/guia-de-monumentos/iglesia-de-san-esteban/
Muy cerca, también en una pequeña plaza de calles aledañas en cuesta, encontramos el Ayuntamiento, construido en el siglo XVI, con un bonito patio gótico-renacentista. Vimos a los costaleros que estaban recogiendo las imágenes de la noche anterior. No había mucha gente en la calle, la noche de viernes Santo había sido larga y se notaba en el ambiente. Salimos de Cuéllar con un buen sabor de boca, un lugar para volver.
En unos 30 kilómetros, entramos de nuevo en la provincia de Valladolid, accediendo a Peñafiel, la peña más fiel de Castilla, según proclamó Sancho García en el año 1013, y la cuna de la denominación vinícola de Ribera de Duero. Hay cientos de bodegas tanto en Peñafiel como en la comarca y el enoturismo es un valor en alza. Lo primero que destaca al llegar a Peñafiel es su Castillo en forma de barco. Comenzó a edificarse en el siglo X, aunque su aspecto actual es producto de las importantes intervenciones que tuvieron lugar durante los siglos XIV y XV. Esta fortaleza medieval fue declarada Monumento Nacional en 1917 y en la actualidad se ha convertido en todo un emblema para el enoturismo de la Ribera del Duero. Peñafiel constituyó junto con su castillo un punto fundamental en la línea defensiva del Duero, tanto para cristianos como para musulmanes allá por los siglos IX y X. Desde el cerro, el castillo dominaba los valles de los ríos Duero, Duratón y Botijas, y protegía a la población.
El Museo Provincial del Vino se instaló en el Castillo de Peñafiel en el año 1.999. A partir de entonces las visitas se han multiplicado año tras año. Nosotros no subimos al castillo, nos quedamos por el centro del pueblo para ver otro lugar emblemático: el coso taurino, un recinto que data de la época medieval y que sigue albergando festejos taurinos ahora, en pleno siglo XXI. Bordea un espacio de 3500 m². Los balcones de la plaza, adintelados, se realizaron en los siglos XVIII y XIX, en madera, y se encuentran decorados con motivos arabescos. La función de estos balcones desde su origen hasta hoy es la de servir de lugar para presenciar los espectáculos. Un lugar único que merece el desplazamiento hasta Peñafiel.
También compramos vino en una tienda de la plaza del Ayuntamiento, con escaso valor arquitectónico. La chica que nos atendió Fabiola, no podía ser más pija y más estupenda. Pero como buena “Wine Tourism Manager” nos colocó varias botellas de la bodega Comenge y un par de quesos trufados. También nos explicó con detalle en qué consisten los festejos taurinos de Peñafiel. Resulta que no sólo sueltan un toro en el coso sino que sueltan otro más que recorre el pasillo que rodea la plaza, una locura. Además, los encierros que se celebran en Agosto, son los más antiguos del mundo, ya que se celebran desde el siglo XIII. http://sanroque.turismopenafiel.com/?lang=es
Seguir la ruta programada suponía ir hacia el norte de la provincia, hacia Medina de Río Seco, pero al igual que nos ocurrió con Sepúlveda, en ese momento cambiamos de rumbo ya que el desvío era considerable. Ya tendríamos ocasión de visitar la ciudad de los almirantes, capital de la Tierra de Campos cuando hiciésemos otra ruta por Burgos y Palencia. Optamos por seguir el camino que une Peñafiel con la capital, Valladolid. Esta ruta de unos 50 kilómetros permite ver las bodegas más famosas y renombradas de la denominación “Ribera de Duero”, como las bodegas de Vega Sicilia o las de Arzuaga con su mega restaurante.
Llegamos a Valladolid capital al medio día y rodeamos la ciudad que ya en su día visitamos. Teníamos que llegar a Toro y no podíamos retrasarnos más. Desde la capital del Pisuegra hasta llegar a Toro, tuvimos tiempo de recordar los mejores momentos vividos en Valladolid. Recordamos cómo fuimos andando desde la estación de tren hasta la Plaza Mayor, paseando por calles peatonales. También recordamos el tapeo que nos brindamos en los bares que circundan la Plaza Mayor. Siempre nos han atraído las ciudades con río y el Pisuegra impone su curso a una ciudad que en varias ocasiones fue la capital del reino y especialmente con Felipe III, desde 1601 a 1606.
Recorriendo las calles de Valladolid, uno se hace a la idea de la importancia histórica que ha mantenido y mantiene Pucela. Hay varias teorías que explican el origen del nombre alternativo y familiar con el que se conoce a Valladolid. Un vistazo a las diversas teorías: http://pucelaproject.com/2011/07/por-que-se-llama-pucela-valladolid/. Yo casi me quedo con la que tiene que ver con la importación de cemento que los vallisoletanos hacían desde la ciudad romana de Pozzuoli (Puteoli), porque quedarse con la explicación del mal olor, mejor no…
Una ciudad muy transitable para recorrer su centro histórico andando. Recordamos especialmente la visita que hicimos a la Catedral para ver de dónde habían sacado la verja que vimos en el Museo Metropolitano de Nueva York y la visita de la Iglesia de Santa María la Antigua, un símbolo de la ciudad que aún conserva la torre y el pórtico de estilo románico. Al lado de La Antigua están la Catedral y la Universidad, con mucho ambiente y muchas terrazas. La Catedral de Valladolid, concebida en el siglo XVI y diseñada por Juan de Herrera, es famosa por estar inacabada, de ahí que se la conozca como «La Inconclusa». El edificio sólo está construido hasta el crucero y en la actualidad también le falta una de las torres, ya que se hundió en 1841.
Otra iglesia a no perderse por su fachada monumental es la Iglesia de San Pablo. De hecho se la conoce como una de las más bellas edificaciones del mundo de estilo gótico. Sólo por ver esta fachada merece la pena viajar hasta Valladolid.
Nos quedamos apenados de no volver a probar las tapas exquisitas que en su día tomamos en la Plaza Mayor pucelana pero teníamos que llegar a Toro para comer. No hay mucha distancia desde Valladolid a Toro, unos 66 kms. Lo primero que hicimos y acertamos fue aparcar en la cima de la ciudad Zamorana, en el parking que rodea al Alcázar. Las mejores vistas sobre el río Duero para un pic nic inolvidable.
La fortaleza data del siglo XV y su emplazamiento estratégico le confiere un dominio sobre el valle del Duero y efecto “protector” de la famosísima y bellísima Colegiata románica de Santa María la Mayor que se encuentra muy cerca, con las mismas espectaculares vistas sobre el gran río Douro. La Colegiata es una réplica de la Catedral de Zamora y destaca por su cimborrio de doble linterna con clara influencia bizantina. Es imposible no quedarse boquiabierto ante la policromía e iconografía de la fachada principal, la “Portada de la Majestad”. Un conjunto arquitectónico único e imprescindible de ver. http://www.arteguias.com/catedral/colegiatatoro.htm
Siguiendo los pasos de Isabel la católica, la inspiradora de nuestro viaje, hay que señalar que en Toro se libró en 1476 la batalla que aseguró a Isabel en el trono, acabando con las aspiraciones (bastante legítimas) de la Beltraneja. Después de ver la magnífica colegiata, seguimos nuestro recorrido por las calles y plazas de la localidad, antes de despedirnos rumbo a Zamora capital. Muy cerca de la Colegiata, entramos directamente en el centro histórico, a través de la famosa Torre del Reloj. Nada más cruzar el arco nos encontramos con la Plaza Mayor rectangular con dos laterales porticados y sus casonas castellanas con fachadas medievales. Toro es ciudad de vinos, pero sobre todo, un conjunto histórico y arquitectónico de visita obligada.
A media tarde llegamos a la ansiada y soñada Zamora, desde que mi padre me contara sus aventuras en las milicias que vivió por estas tierras. Años más tardes él volvió y me contagió las ganas de venir a esta pequeña capital de provincia castellana. Nada más llegar, lo que más nos gustó fue su ubicación a orillas del Duero. Pero el gran descubrimiento no había hecho más que empezar porque para los amantes del arte románico, Zamora resulta que es la ciudad con más templos románicos del mundo, todo un icono de este estilo arquitectónico a nivel mundial. Ciudad de piedra blanca, el recorrido a pie es una auténtica gozada. Recorrimos Zamora a paso lento mientras escuchamos los tambores de las procesiones de Semana Santa y los ruidos que hacían las cigüeñas con sus picos, un sonido que hasta entonces nos era desconocido.
Este sonido peculiar procedía del campanario de la Iglesia de Santa María de la Horta (S. XII-XV), uno de los bonitos templos románicos zamoranos. Muy cerca se encuentran los restos del Antiguo Convento de la Orden De San Juan de Jerusalén (SXIV – XV) y la antigua Fábrica de la Luz con la chimenea más alta de Castilla-León que aún se conserva y decora el Hotel Palacio del Duero de la cadena NH.
Hay tanto para ver en Zamora que a pesar de su pequeño tamaño, es interminable la lista de lugares de interés. No seguimos una ruta racional, nos perdimos literalmente porque en cada esquina algo nos atrajo la atención. Sí recuerdo especialmente varios puntos: La Catedral , dedicada al Salvador, la más pequeña y antigua de las 11 catedrales de las 11 de Castilla y León: https://catedraldezamora.wordpress.com/;
El Castillo del siglo XI, que más que un palacio es una fortaleza que protege la ciudad:
http://www.romanicozamora.es/es/monumentos/ver/castillo/5;
El Palacio de los Momos, (s.XVI), un palacio de estilo gótico que actualmente es la sede de la Audiencia provincial, La Plaza de Viriato, con sus árboles plataneros y sus ramas entrelazadas, enmarcada por las fachadas del Parador de Turismo (antiguo palacio de los Duques de Alba), y del Hospital de la Encarnación, un edificio del siglo XVII, actual sede de la Diputación Provincial. La estatua en honor al héroe Viriato, el caudillo-pastor que se enfrentó a los cónsules romanos destaca en el centro de la plaza: https://es.wikipedia.org/wiki/Estatua_de_Viriato_(Zamora);
Otros templos románicos interesantes son: La Iglesia de San Pedro y San Ildefonso y la Iglesia de la Magdalena con la fachada más ornamentada del Románico Zamorano. Recuerdo especialmente esta Iglesia porque su interior nos pareció muy sobrio y muy oscuro. De hecho, dentro del templo se encuentra un sepulcro en el que descansa una dama cuya identidad sigue sin conocerse. Inquietante…
Nuestra visita de Zamora no podía acabarse sin ver una de las procesiones más famosas de la región, la Procesión de las mujeres del Sábado Santo. Desde la plaza de Viriato subimos a la plaza mayor por la bonita y pintoresca calle de Balborraz. https://felinofotografico.wordpress.com/2013/11/16/zamora-calle-balborraz/, la arteria principal de la ciudad. Cuando llegamos a la Plaza Mayor, la plaza estaba preparada para recibir a las más de 4000 mujeres que acompañan a la Virgen de la Soledad, vestidas de luto, con capas de tergal negro con capucha de una sola pieza abotonada en la parte delantera y portando una tulipa de cristal en la mano con velas de color morado.
Antes de que empezara la esperada procesión, nos dio tiempo a visitar el centro neurálgico de Zamora. La Plaza acoge el Ayuntamiento viejo, construido en el S. XVII de estilo plateresco y el Ayuntamiento Nuevo, conocido como la Casa de las Panaderas, de estilo neoclásico. En un lateral de la plaza rectangular, también se encuentra la Iglesia de San Juan Bautista. El edificio ha sufrido numerosas reparaciones, transformaciones y pérdidas a lo largo del tiempo. Antes en su torre había una figura de un guerrero con armadura medieval que ejercía la función de veleta, conocido como el Peromato. Ahora luce una réplica de este personaje popular, ya que el auténtico está en el Museo Provincial.
La Plaza estaba muy animada y a rebosar de gente esperando la llegada de la procesión de las mujeres. Nos dio tiempo a tomarnos unos vinos y una ración de oreja de cerdo a la zamorana, con pimientos y un toque picante. Cuando por fin llegaron, el silencio se hizo en la Plaza. Una estampa que no podremos olvidar. Las dos filas paralelas de mujeres en procesión con gesto serio no acababan nunca. Tuvimos que irnos porque empezó a anochecer y aún teníamos que llegar a Tordesillas dónde teníamos reservada una habitación para dormir. Zamora nos dejó huella, un lugar al que volveremos, sin duda.
Domingo 20: Tordesillas – Medina de Campo – Madrigal de las Altas Torres – Arévalo – Ávila
A Tordesillas llegamos por la noche agotados, menos mal que teníamos reservado el alojamiento en un hotel muy recomendable: http://www.torredesila.com/es/hoteles-tordesillas.php . La habitación espaciosa y muy cómoda, el desayuno completo, el personal amable y la ubicación muy cercana al centro histórico. ¿Qué más podíamos pedir? . Después de desayunar salimos a la calle y no había un alma, hasta que empezamos a escuchar una banda municipal que acompañaba la procesión del Domingo de Resurrección. La banda tocaba una versión del “Is the final countdown” del grupo Europe (un poco raro para un domingo de Pascua, la verdad)…
Llegamos a la Plaza mayor, una plaza tristemente famosa en dónde los habitantes de Tordesillas reivindican su derecho a seguir celebrando el triste y famoso “Toro de la Vega”. Un pobre animal que es perseguido por decenas de picadores y lanceros campo a través, hasta que le dan muerte. Todos los años la batalla entre partidarios y detractores de esta “festividad” medieval se repite. En 2016 ha sido la primera vez que se ha celebrado esta tradición taurina sin lidia ni muerte por mandato judicial.
La Plaza Mayor es una plaza castellana del s. XVI de forma cuadrada y enteramente rodeada de soportales. Las columnas de estilo toscano, soportan los 2 pisos superiores que componen las casas que dan a la plaza con sus balcones de madera y grandes ventanales. Una plaza que constituye el eje central de Tordesillas, un punto muy importante en la Ruta de Isabel la Católica ya que en esta localidad, los Reyes Católicos pasaron largas temporadas de su reinado, aunque no tantos años como los que pasó encerrada la madre de Isabel, “Juana la loca”.
Cerca de la Plaza, nos dirigimos hasta el paseo que da al Duero, dónde se encuentran otros dos puntos a no perderse: las Casas del Tratado y el convento de las Clarisas. Las Casas del Tratado son dos palacios de los siglos XV y XVI unidos, dónde se celebraron las negociaciones que dieron lugar al Tratado de Tordesillas por el cual España y Portugal se repartieron el “Nuevo mundo”, el 7 de junio de 1494, dando lugar a lo que hoy se conoce como Iberoamérica. Las dos casonas fueron restauradas para conmemorar el V centenario del Tratado y actualmente acoge una exposición muy interesante sobre la conquista de América y la época en la que transcurrieron los hechos.
Al salir de la exposición nos encontramos con una estatua de Juana la Loca, frente a la Iglesia de San Antolí, conmovedora. En 1509 llegó la reina a Tordesillas con el cadáver de su esposo que fue depositado en el Convento de Santa Clara. La reina fue encerrada en el convento hasta 1555, año en el que murió con 75 años. Una reina que murió loca de amor, por un rey, Felipe el Hermoso, que nunca le correspondió. Para meterse en materia, nada mejor que ver la película española de los años 50 con Aurora Bautista “Locura de amor”. Un dramón que me dejó en estado de shock cuando la vimos en un cineclub de Bruselas, casi vacío, invitada por mi compañera de trabajo Rosa, una hija de emigrantes salmantinos que llevaba toda la vida en Bélgica. El drama de los dramas: https://www.youtube.com/watch?v=bca9YBCfHKY
Una visita al convento de las Clarisas es imprescindible, es probablemente el monumento más destacable de Tordesillas. Se trata de un antiguo palacio mudéjar construido por Alfonso XI en el s. SIV. Todo el Palacio gira en torno a un patio central. Se conservan la portada del antiguo palacio, la Capilla Dorada, el vestíbulo y el patio de entrada. La fachada está decorada según el gusto almohade. Aparecen incrustadas en cerámica vidriada verde, las llaves del Paraíso, que era un motivo utilizado en el mundo árabe como símbolo del poder de abrir y cerrar las puertas del cielo. El artesonado de la Iglesia es una joya del arte mudéjar impresionante. Aviso a navegantes: no apto para los pacientes de dolores cervicales, la posición de mirar al techo puede durar varios minutos, tanta belleza hay que digerirla con calma. http://www.patrimonionacional.es/real-sitio/monasterios/6193
Dejamos Tordesillas a media mañana y seguimos nuestra ruta hacia Medina de Campo para visitar el Castillo de la Mota dónde murió Isabel y dónde nuestra amiga Piluca nos había recomendado ir para disfrutar del mercado que se celebra en esta ciudad vallisoletana todos los domingos. Todos los comercios abiertos y un ambiente de “vermuteo” sensacional. La Plaza Mayor, inmensa y rodeada de soportales, fue el escenario de las más importantes ferias del reino durante los siglos XV y XVI. A ellas asistían mercaderes de toda Europa; comerciantes que, como recuerdan unas placas pegadas en el suelo, tenían asignados sus lugares: los buhoneros, los sastres, los especieros… . Disfrutamos mucho del tapeo de Medina. Cita obligada para los que quieran disfrutar de unas suculentas tapas con buenos vinos de Rueda.
La ruta de Isabel no la seguimos por orden cronológico, en Medina murió y en el siguiente punto que íbamos a ver, Madrigal de las Altas Torres es dónde nació. A los 53 años murió y nadie sabe de qué exactamente. “Unos cronistas dicen que de hidropesía, otros que de sífilis, otros que de cáncer de matriz provocado por tanto cabalgar, aquél que de vasculitis y el de más allá que “de los cuchillos de dolor de las muertes del príncipe don Juan e de la reina de Portugal, princesa de Castilla, sus fijos, que traspasaron su ánima e corazón”. Perder a dos hijos (en 1497 y 1498) y ver cómo la heredera, Juana, se volvía loca, como su abuela, era, desde luego, para morirse de pena” (revista viajeros).
Lo que está claro es que Isabel dejó huella, y dejó como gobernador de Castilla a su marido Fernando hasta que el nieto Carlos (el futuro Carlos I) pudiese ocupar el trono, dando claramente por supuesto que Juana no tenía la cabeza para llevar la corona.
Antes de dejar Medina de Campo visitamos el Castillo de la Mota que consta de dos recintos. El recinto exterior de estilo mudéjar que rodea completamente la fortaleza y el recinto interior que está formado por cuatro torres y un patio cuadrado. Allí se encuentran las habitaciones del castillo, además de las bodegas, las cuadras, etc. Especialmente interesante resulta visitar el famoso Mirador de la Reina. Una cámara del s. XV cubierta por una bóveda policromada espectacular. Esta era la estancia preferida de la reina. http://www.castillodelamota.es/
A tan sólo 27 km se encuentra el lugar dónde nació la protagonista de nuestra ruta por Castilla: Madrigal de las Altas Torres. Un pueblo fantasma dónde sólo coincidimos con algunos parroquianos tomando el vermut en el bar que se encuentra justo en frente de la puerta de la Iglesia de San Nicolás de Bari, dónde fue bautizada. En este templo destaca la que dicen es la torre más alta de Ávila con sus 65 metros. Lo de las Altas Torres de Madrigal según parece que viene del recinto amurallado en forma de óvalo que alcanzaba los 2 km y que contaba con 80 torreones, de los cuales se conservan actualmente 23. Hoy en día esta muralla de estilo mudéjar medieval es de las pocas que se conservan en el país.
Después de repetir aperitivo en Madrigal y de alternar con el escaso vecindario comiendo una tapa de morro de cerdo buenísimo, fuimos caminando hasta el antiguo Palacio de Juan II que fue transformado en el Monasterio de Nuestra Señora de Gracia. En él se puede acceder a diversas dependencias, como el Salón de Cortes o la alcoba donde fue alumbrada la reina Isabel la Católica en 1451. Nos gustó mucho el portón que da acceso a la entrada del convento. Seguimos la visita sin ver un alma, un lugar que yo pensaba que estaría frecuentado por turistas, siendo además Semana Santa pero no, tuvimos el privilegio de caminar por las calles de Madrigal completamente solos.
Cuando acabamos nuestro periplo por el lugar , llegó el momento crítico del viaje. En la ruta de Isabel la Católica figura un pueblo que se llama Peñaranda de Bracamonte. Teníamos que desviarnos bastantes kilómetros para llegar hasta allí, pero yo siguiendo mi filosofía de verlo todo, no podía irme de allí sin ir hasta uno de los pueblos que resultó ser un fiasco. Un pueblo feo y triste enclavado en una zona históricamente conocida como “Tierra de nadie”. Peñaranda de Bracamonte pertenece a la provincia de Salamanca y exceptuando su plaza mayor que nos gustó un poco, lo demás no vale el desvío de casi 100 km entre ida y vuelta a Madrigal para seguir hasta Arévalo.
Mi cabezonería me costó una discusión marital pero cuando llegamos a Arévalo, donde vivió y creció Isabel se nos quitaron las penas porque compensó con creces los kilómetros que tuvimos que recorrer hasta llegar a uno de los pueblos más bonitos de la ruta. En Arévalo tampoco vimos a mucha gente y pudimos disfrutar de sus calles, su castillo y su Plaza mayor tranquila y pausadamente. El enfado previo se disipó en segundos. El casco urbano de Arévalo, declarado Conjunto Histórico Artístico, ofrece al visitante numerosos lugares de interés como la Plaza de la Villa, porticada y acotada por casas solariegas, la Plaza del Arrabal y la Plaza Real. Iglesias como la de San Martín y la de Santa María la Mayor del Castillo, ubicadas en la Plaza de la Villa y por supuesto, el imponente y majestuoso Castillo restaurado que hoy alberga un Museo dedicado a los cereales. http://www.revistaviajeros.es/revistaviajeros/de/castilla-y-leon-la-ruta-de-isabel.asp?nombre=3435&cod=3435&sesion=1
Muy cerca de Arévalo, a tan sólo 12 km, se encuentra la Ermita de la Lugareja, considerada como uno de los más destacados monumentos del arte mudéjar. No la vimos porque desconocía su existencia, pero la apunto en el diario porque es de visita obligada para el que llegue hasta este lugar del mundo llamado Arévalo.
Las mejores fotografías las captamos con la luz del atardecer y sin gente que pudiese “gafarnos” esos momentos irrepetibles. Arévalo fue el mejor final para una jornada que llegaba a su fin; teníamos que llegar hasta la capital abulense, a una casa rural llamada “El linaje de los 5 sombreros” que prometía… Un paisaje lunar, encinas y extensiones de campos de trigo infinitos nos recibieron al llegar a la casa que sería nuestro alojamiento esa última noche. Entre brumas, llegamos a una antigua casa de labor y casa de la Maestra, restaurada, aprovechando los restos de los suelos, azulejos y enseres de más de cien años. http://www.cincosombreros.com/
Empezó a llover cuando dejamos las maletas en nuestra habitación. Esto no nos amedrantó para ir a la capital a cenar. A tan sólo 10 km de la ciudad de Santa Teresa de Jesús estábamos alojados, por eso, cuando llegamos a Ávila aún nos dio tiempo para dar un pequeño paseo por el centro histórico. Al día siguiente ya tendríamos tiempo de una visita más larga. Cenamos cochifrito y huevos rotos, cena contundente para un día intenso…
Lunes 21: Ávila – Tiemblo – Guisando
Todo el viaje tuvimos suerte con el buen tiempo, lástima que el último día nos tocara lluvia durante nuestra visita. Lo que más me impresionó fue el acceso a la ciudad. Yo la recordaba totalmente amurallada en un alto cuando estuve por primera vez con mi primo en 1998 de camino a Portugal. Ahora, casi 20 años después la ciudad había crecido estrepitosamente extramuros y ya casi ni se veían las murallas, detrás de tantos muros de hormigón. Una pena, la verdad.
Aparcamos en un parking que se encuentra justo en frente de una de las puertas de la muralla. Con un perímetro de 2, 5 kilómetros, 87 torreones, 9 puertas y 2 porteras, el de Ávila es el recinto amurallado mejor conservado del mundo. Los Palacios adosados al interior constituyen un segundo recinto defensivo ante posibles revueltas populares o ataques enemigos. Hay polémica sobre la época de construcción, algunos dicen que la muralla es de finales del siglo XI y otros que es de la segunda mitad del s. XII – principios del s.XIII. En todo caso, sus muros de 3 metros y sus 12 metros de altura conforman una muralla tan recia como el pueblo castellano al que protege desde siglos ha.
Cerca de la entrada por la que accedimos al interior, vimos una estatua de grandes proporciones de la “hija predilecta de la ciudad, Santa Teresa de Jesús”. http://www.avilaturismo.com/es/agenda/v-centenario-santa-teresa-de-jesus/item/503-biograf%C3%ADa . Dulces, figuras, libros, camisetas, un icono de la mercadotecnia abulense. Para conocer más a fondo su vida y obra, lo recomendable es visitar la Iglesia levantada sobre su casa natal que junto al convento, forman el conjunto carmelitano por excelencia: http://www.santateresadejesus.com/
Nosotros no disponíamos de tiempo suficiente para visitar todos los lugares de interés de Ávila, que son muchos y muy interesantes: http://www.avilaturismo.com/es/que-ver, pero sí que entramos a la Catedral, aunque no somos amigos de pagar por entrar en recintos sacros, a los que se les supone ser enemigos de la usura y los fariseos….
Sólo por ver el Trascoro con sus bajorrelieves de estilo plateresco, http://catedralavila.vocces.com/catedral-de-avila-pagina-oficial/el-coro-y-el-trascoro/ merece la pena pagar el “impuesto catedralicio”. La Catedral de Ávila de estilo borgoñón, está considerada como la primera catedral gótica de España. Es impresionante por dentro y por fuera. En el claustro la gente se agolpa ante la tumba de otro hijo predilecto, Adolfo Suárez. El morbo es lo que tiene, se acerca más gente a la tumba de Suárez que al espectacular Retablo del Altar Mayor o al Trascoro mencionado.
En nuestro recorrido por el centro histórico también entramos en otro edificio que nos llamó la atención, El Museo de Ávila, en el que en esos momentos exponían trajes de toreros y carteles taurinos antiguos. No es que el mundo taurino me apasione, pero sí que nos gustó el edificio en sí y los grafismos de los años 50 que acompañaban la exposición de anuncios publicitarios con estética “Hollywood en technicolor”.
Seguimos nuestro paseo por las calles del centro intramuros a pesar de la lluvia que seguía cayendo incesante. Además de la Catedral y los museos, merece la pena ver las fachadas de los distintos Palacios y Casas solariegas. Azorín al referirse a Ávila decía que “Ávila es, entre todas las ciudades españolas, la más del S. XVI”. Esta afirmación, según parece refleja el esplendor que vivió la ciudad en el S. XVI, cuando se rehabilitaron las antiguas casonas medievales o se demolieron para levantar otras en estilo renacentista. La lista es larga, hablamos de una veintena de Casas-palacio, para ser una ciudad pequeña y de provincias, el “Señorío” de Ávila es más que notable.
http://www.avilaturismo.com/es/que-hacer/avila-palaciega
Para despedirnos de Ávila con un buen sabor de boca probamos el dulce típico, las Yemas de Santa Teresa. Para los que quieran deleitarse, ya se pueden comprar on line: http://www.yemasdesantateresa.es/. ¡Lo dicho, el icono abulense de la era digital!
Nos comprometimos a volver a Ávila sin paraguas, la visita quedó un poco deslucida. Nos quedaba el camino de vuelta a casa, con más de 500 km por delante, con parada en otro punto fundamental de la Ruta de Isabel la Católica: el pueblo de Tiemblo, en la vertiente septentrional de la Sierra de Gredos, entre dos pantanos, el embalse de El Burguillo y el embalse de San Juan. El pueblo en sí no es de gran belleza pero sí es una parada obligada para visitar, en los alrededores, el conjunto histórico de Guisando.
Los Toros de Guisando son un conjunto escultórico prerromano compuesto por cuatro esculturas de granito que representan a cuatro toros o verracos. En ese mismo lugar se firmó el Tratado de Guisando por el cuál Isabel firmó la paz con su hermanastro Enrique IV, el entonces rey de Castilla. Fue difícil llegar al acuerdo después de una guerra de sucesión. Por este pacto Isabel era proclamada princesa de Asturias y heredera legítima del trono de Castilla. La guerra de sucesión se mantuvo entre los partidarios de que el heredero de Enrique IV fuese su hermano Alfonso y no su hija Juana, apodada “La Beltraneja”, a la que creían hija de Beltrán de la Cueva y no su hija legítima.
En 1465 los nobles rebeldes coronaron como rey a Alfonso en una ceremonia simbólica conocida como la “farsa de Ávila”. La muerte de Alfonso con tan sólo 3 años complicó las cosas y sus partidarios como Enrique IV no tenía más descendientes que Juana, a la que seguían considerando ilegítima, acordaron que su hermanastra Isabel sería su sucesora con el Tratado de Guisando. (19 de septiembre de 1468) http://paseandohistoria.blogspot.com/2011/09/el-tratado-de-los-toros-de-guisando.html
Y así terminó nuestra ruta “Isabelina” acariciando los lomos de los toros de granito de Guisando mientras la lluvia iba menguando. Las grandes llanuras de Castilla quedaban atrás…., la sombra de Isabel también.
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