Quijoteando


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Del 28 al 30 de marzo de 2014
“Rematado ya su juicio, vino a dar en el más estraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo; y fue que le pareció convenible y necesario, así para el aumento de su honra como para el servicio de su república, hacerse caballero andante, y irse por todo el mundo con sus armas y caballo a buscar las aventuras y a ejercitarse en todo aquello que él había leído que los caballeros andantes se ejercitaban, deshaciendo todo género de agravio, y poniéndose en ocasiones y peligros donde, acabándolos, cobrase eterno nombre y fama.”

 A nosotros el juicio nos ha faltado a menudo, quizás sea esta “demencia” la que acompaña al viajero que antepone la curiosidad al miedo, el interés a los malos presagios, viajar engancha y el Hidalgo Don Quijote es toda una referencia. Por eso, y por las muchas ganas que teníamos de pisar las tierras más mansas y llanas del país, aprovechamos unos días para recorrer estas latitudes que en su día inspiraron la obra más genial de la literatura patria. La Mancha abarca una amplia región, no sólo incluye la provincia de Ciudad Real, también son manchegas las provincias de Toledo, Cuenca y Albacete. Es la tercera región más extensa del país, ocupando un 15,7% de la geografía española. Parques naturales, llanuras de perfil infinito, montañas, un rico patrimonio histórico y platos tan inolvidables como los “Duelos y Quebrantos”, el “Pisto” o las “Gachas”. Ya teníamos un buen sabor de boca después de recorrer Cuenca, Toledo y Albacete. Nos quedaba por descubrir la provincia de Ciudad Real y así lo hicimos, breve pero intenso…

 Viernes 28: Villaescusa de Haro – Belmonte – Las Pedroñeras – Toboso – Urda – Tembleque
Desde Castellón por la autovía salimos por la mañana temprano, y en más o menos 3 horas llegamos cerca del Castillo de Belmonte. Antes de llegar al Castillo, paramos en un pueblo conquense que nos llamó la atención: Villaescusa de Haro, desde la carretera parece un pueblo de tantos, pero esconde un rico patrimonio religioso y arquitectónico. A la hora de comer no había un alma por la calle pero sí mucho viento a pesar de que el sol de primavera lucía con fuerza. Un pueblo “fantasma” con un conjunto monumental grandioso: Iglesia parroquial de San Pedro Apóstol, Palacio de los Ramírez (actual ayuntamiento) del siglo XVI, Colegio Universitario (s. XVI), Lavaderos públicos y fuente de San Pedro, Antiguo almacén de grano, Iglesia-convento de las Justinianas (s. XVI), Ruinas del Convento de los Dominicos, Antigua carnicería y Panera municipal del siglo XVIII, Casa Luis Astrana Marín ( periodista, ensayista y traductor español, Molinos de viento en dirección a Belmonte, del siglo XVI, restaurados, y el Castillo de Haro. Una vez más nuestra faceta “Dora exploradora” no falló, encontramos un tesoro en medio de la nada… El fuerte viento nos acompañó durante toda la visita, no apetecía comer al aire libre con la peluca al viento, así que seguimos ruta hasta Belmonte para disfrutar de uno de esos castillos que aún se mantienen casi intactos a lo largo de la historia.

En el cerro de San Cristóbal se ubica este castillo único por el buen estado de conservación en el que se mantiene.  https://es.wikipedia.org/wiki/Castillo_de_Belmonte. Se puede visitar y disfrutar del entorno, de la historia, de un viaje al pasado de cuando la princesa Juana “La Beltraneja” protegida por el Marqués de Villena, Señor del Castillo, y valedor de sus derechos dinásticos, se disputaba el trono con su tía Isabel la Católica. Para los cinéfilos, la estampa del Castillo de Belmonte les sonará por las escenas en las que Chartlon Heston y Sofía Loren protagonizaban una de las versiones más famosas del Cid Campeador entre sus paredes.

La última moradora con protagonismo histórico fue la emperatriz conocida como Eugenia de Montijo, heredera de la casa de Villena, aunque su verdadero nombre era Eugenia de Guzmán. Fue la que se encargó de reconstruir el Castillo y devolverle su esplendor original.

Desde Belmonte, seguimos hasta la capital del ajo, un pueblo llamado “Las Pedroñeras”. https://es.wikipedia.org/wiki/Las_Pedro%C3%B1eras , en sí el pueblo no tiene un conjunto histórico tan grandioso como el que acabábamos de ver en Villaescusa pero nos dimos una vuelta por la mayor productora y comercializadora mundial de ajo morado. Actualmente, la competencia del ajo chino es importante y devastadora para este municipio pero según vimos la calidad del ajo manchego no tiene ni comparación. No tuvimos ocasión de degustar las exquisiteces del Restaurante “Las Rejas” con varias especialidades a base de ajo y con una estrella michelín pero lo anoto aquí como recomendación, ya que ha sido seleccionado como uno de los 7 mejores restaurantes del país: http://www.lasrejas.es/

Dejamos la provincia de Cuenca y seguimos nuestra ruta hacia la provincia de Ciudad Real. Nuestra siguiente parada no podía ser más “quijotesca”, llegamos a media tarde a Toboso, a tan sólo 37 km de distancia. Viendo el mapa al escribir este diario, me doy cuenta de que no paramos en Mota del Cuervo y hubiese merecido la pena, porque en esta localidad, conocida como el balcón de la Mancha, se encuentra el único molino de viento que aún sigue en funcionamiento. http://www.turismocastillalamancha.es/patrimonio/molinos–mota-del-cuervo-23164/visita/. En otros pueblos de la Mancha tuvimos la ocasión de ver molinos pero sí que nos hubiese gustado parar aquí. Otra vez será…

Cuando llegamos a Toboso, las calles estaban vacías a media tarde. Aparcamos en el centro, en un parque rodeado por un conjunto histórico colosal, formado por las antiguas Escuelas de Miguel de Cervantes cuya fachada está rematada por un busto de Cervantes en Piedra (foto que encabeza el diario) y el Monasterio Trinitario, conocido como El Escorial de la Mancha, un edificio de planta rectangular y dos alturas, construido en el siglo XVII. De estilo Herreriano impresiona por su austeridad.

Para visitar Toboso basta con dejarse guiar por las inscripciones que decoran los muros encalados de sus casas manchegas. Son textos de la obra Universal del Quijote que guían al visitante hasta la que fue, según cuentan los anales, la casa de Dulcinea del Toboso, la mujer de la que se enamora perdidamente el Hidalgo Don Quijote. Ahora es una casa-museo y merece la pena visitarla porque es una recreación bastante lograda de la época de Cervantes con muebles, aperos de labranza, estancias con una decoración muy cuidada, enseres para la elaboración de quesos, etc… Esta casa pertenecía a una de las familias más ilustres de El Toboso, los Martínez Zarco de Morales, cuyos escudos podemos ver en la fachada. Según la tradición, en época cervantina fue habitada por don Esteban y doña Ana, su hermana, quien inspiró el personaje de la sin par Dulcinea de Toboso. http://www.patrimoniohistoricoclm.es/museo-casa-de-dulcinea-del-toboso

En el mismo Toboso se puede visitar el Centro Cervantino, un lugar en el que se conservan múltiples ediciones de El Quijote en 47 idiomas diferentes en una casa solariega. Todo un museo dedicado a un único libro, por algo es el libro más editado y traducido de la historia después de la Biblia. Según se indica en Internet,  en 2002, un centenar de autores de 54 nacionalidades distintas eligieron el libro “como el mejor trabajo literario jamás escrito.”

También se puede visitar el Museo de humor gráfico Dulcinea, un sitio original dónde se recopilan dibujos y viñetas de 70 dulcineas diferentes, creadas desde la óptica de distintos humoristas españoles y extranjeros. Nosotros después de visitar la casa-museo de Dulcinea seguimos nuestro paseo perdiéndonos como tanto nos gusta por las calles del lugar. Encontramos un pequeño jardín que rodea el Convento de las Clarisas. Se conoce como la Glorieta García Sanchíz, un rincón romántico al más puro estilo becqueriano, un remanso de paz, un jardín para sentarse un rato y dejar la mente en blanco. El convento de estilo Renacentista es del siglo XVI y fue restaurado en el siglo XX, conservando la antigua puerta de la Iglesia. En su interior, las monjas de clausura elaboran unos dulces típicos llamados “pelusas” y los famosos “Caprichos del Dulcinea”.

Antes de despedirnos de Toboso, visitamos la conocida como Catedral de la Mancha. Se trata de la Iglesia parroquial de San Antonio Abad de estilo gótico tardío o Isabelino. Por sus grandes dimensiones se la conoce como la Catedral de la Mancha y la verdad es que su fachada y tamaño imponen. Cervantes la describe en el capítulo IX de la 2ª parte del Quijote.

Al salir de la Seo manchega, nos encontramos con la plaza Mayor, típica de la zona, grande y rodeada por la Iglesia, el Ayuntamiento y casas solariegas con sus blasones tallados en piedra. Destaca el monumento que el pueblo dedicó a Dulcinea y su enamorado Don Quijote, la mejor estampa para recordar este lugar de cuyo nombre sí quiso acordarse el Hidalgo de la Mancha.

Para cuando nos quisimos dar cuenta ya había pasado la tarde en Toboso. Seguimos ruta hasta el pueblo de Urda, dónde teníamos reservada una habitación en la casa rural Los laureles: http://www.casaruralloslaureles.es/. (casa agradable, dueños muy amables pero bastante ruidosa. Al tener el salón principal abierto en el centro de la vivienda, las habitaciones que dan al salón tienen que soportar la llegada y salida de los huéspedes, una lástima).

Desde que salimos por la mañana de Castellón, habíamos recorrido carreteras de 3 provincias Manchegas: Cuenca, Toledo y Ciudad Real, una ruta de lo más quijotesca. El punto final del día, el pueblo de Urda nos dejó indiferentes, pero era el punto más cercano a otra localidad emblemática de la ruta de Don Quijote que descubriríamos al día siguiente.

Después de dejar las maletas y de conversar con los dueños de la casa rural, nos escapamos a cenar a un lugar muy bonito: Tembleque. Caía la noche pero aún así, y a pesar del calabobos pudimos disfrutar de una de las plazas más bonitas de la Mancha. La Plaza sigue el esquema de  los corrales de comedias y albergaba espectáculos mayoritariamente taurinos. Una de sus tres puertas era, además de acceso, callejón de toriles. La plaza está porticada con columnas toscanas y pilares cuadrangulares en los accesos. Los dos cuerpos superiores son corredores sostenidos por pilares de madera, fachadas encaladas y los antepechos decorados con la cruz de San Juan. Destaca el torreón, que en las celebraciones actúa de palco para las autoridades. Es una auténtica joya, mereció la pena el desplazamiento.

Cenamos en un restaurante cercano a la plaza, de cuyo nombre tampoco me importa no acordarme porque los “duelos y quebrantos”, (huevos con chorizo y tocino) estaban buenos pero las mollejas no, estaban un poco calcinadas, menos mal que el vino manchego ayudó a mitigar el regusto a quemado.

Y así acabó el día, disfrutando de una plaza mayor que nos dejó boquiabiertos, un vino que nos mató las penas y unos paisajes que prometían mucho. Nuestra aventura manchega acababa de empezar.

Sábado 29: Consuegra – Puerto Lápice – Ciudad Real – Almagro
Despertar en un pueblo como Urda, es como despertar en un lugar extraño. Después de desayunar fuimos al centro para darle la oportunidad que no le habíamos querido dar la noche anterior y tardamos 5 minutos en reiterarnos. La Iglesia de San Juan Bautista es el único punto de interés turístico de Urda y tiene escaso valor arquitectónico, por no decir nulo.

Sin más dilaciones nos dirigimos a uno de los pueblos más famosos de la Mancha: Consuegra. Se encuentra a 11 kilómetros de Urda y a pesar del fuerte viento que azotaba, fuimos directamente al cerro dónde se ubican el Castillo y los molinos. Se conservan 12 molinos, todos ellos con nombre propio: Clavileño, Espartero, Rucio, Caballero del Verde Gabán, Chispas, Alcancía, Cardeño, Vista Alegre, Sancho, Mochilas, Mambrino y Bolero. En el interior del Molino de Viento “Bolero” se sitúa actualmente la Oficina de Turismo, en su interior se puede ver el mecanismo completo para entender cómo transformaban el trigo en harina.

Siempre me han fascinado los molinos, los manchegos son muy diferentes a los holandeses pero tanto unos como otros tienen un encanto especial. No sé si por el movimiento de las aspas o por su propia arquitectura, pero desde niña siempre me han gustado, nunca los percibí como gigantes a batir como Don Quijote, todo lo contrario. Yo le hubiese intentado convencer como lo intentó Sancho: “Mire vuestra merced, respondió Sancho, que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que volteadas del viento hacen andar la piedra del molino. Bien parece, respondió Don Quijote, que no estás cursado en esto de las aventuras; ellos son gigantes, y si tienes miedo quítate de ahí, y ponte en oración…”

Del Castillo que se encuentra junto a los molinos de Consuegra no dice nada el Hidalgo, y viendo su envergadura unos cuantos siglos después, parece incomprensible, los molinos son de juguete si los comparamos con la mole pétrea que corona el cerro. El castillo de Consuegra es del siglo X, y contaba con tres recintos amurallados. Fue pasando de cristianos a musulmanes y es en el año 1097 cuando tiene lugar la Batalla de Consuegra en la que muere el hijo del Cid Campeador, en la lucha entre las tropas castellanas y almorávides. Fue uno de los puntos estratégicos más importantes en el paso hacia Toledo y hacia el sur. En el año 1183 Alfonso VIII donó el Castillo a la Orden de San Juan. El castillo sufrió la desamortización de Mendizábal y la invasión napoleónica. Entorno al año 1960 el Ayuntamiento de Consuegra adquirió el Castillo, comenzando la restauración por la creación de la Escuela Taller de Consuegra.

No pudimos visitar el castillo por el viento que soplaba. Disfrutamos de las vistas impresionantes sobre la Mancha y seguimos como Don Quijote, nuestra ruta hacia el siguiente alto en el camino: Puerto Lápice. Un lugar de paso, un cruce de caminos, o cómo lo definió Quijote: “un lugar muy pasajero”, en dónde podrían “meter las manos hasta los codos en esto que llaman aventuras”.

Nada más apearnos del coche vimos la plaza-teatro como en Tembleque, salvando las distancias. En este pueblo los vecinos dan por hecho que  la singular pareja, el Caballero de la triste figura y su escudero Sancho pasaron por allí y que incluso se alojaron en su posada, la “Venta de Don Quijote”, hoy en día, un lugar de peregrinación de las hordas de turistas japoneses En esta posada, Don Quijote veló sus armas bajo la luna, toda la noche antes de ser armado caballero por un ventero asombrado. Hoy en día, en la misma venta recreada con todo lujo de detalles, los sablazos que pegan a los turistas asustan más que lo molinos al viento que tanto azoraban al hidalgo. .  https://www.tripadvisor.es/Restaurant_Review-g1437588-d1443631-Reviews-Restaurante_Venta_del_Quijote-Puerto_Lapice_Province_of_Ciudad_Real_Castile_La_M.html

El viento seguía pegando con fuerza pero no impidió que volviésemos a subir al cerro para disfrutar de las vistas y de los 3 molinos que conservan en Puerto Lápice.  No tuvimos mucha suerte con el tiempo y aún quedaba lo peor por llegar en la capital esa misma tarde. Menos mal, que también nos esperaba para la pasar la noche uno de los pueblos más bellos de España.

Desde Puerto Lápice hasta Ciudad Real capital la distancia no llega a los 70 km. Un paisaje llano que pasa por el Parque natural de las Tablas de Daimiel. Un parque que quedaría pendiente ya que no teníamos tiempo para poder visitarlo con tranquilidad. Nos quedamos con las ganas, pero no era cuestión de verlo aprisa y corriendo: http://www.lastablasdedaimiel.com/. Este humedal fue declarado como Parque Nacional en el año 1973 y reserva de la Biosfera en 1981. Un ecosistema denominado tablas fluviales, formación que se produce por el desbordamiento de los ríos Guadiana y Gigüela, favorecido por la escasez de pendiente en el terreno.

Una gran llanura sí, no cabía duda de que estábamos atravesando la parte más llana del país. Cuando por fin llegamos a Ciudad Real estaba diluviando y era la hora de comer. Un acierto lo que vimos en Internet: Restaurante San Huberto. Lidera el ranking de los 133 restaurantes de Ciudad Real y aunque el precio no es bajo, merece y mucho la pena pararse a comer allí, y degustar sus croquetas de carne de cocido con un buen tinto llamado “mano a mano”. Los asados y las verduras a la plancha con foie son exquisitos. Un acierto, 100% recomendable: http://www.asadorsanhuberto.es/

Después de comer y de beber bien la vida toma otro color y la lluvia que seguía persistente no nos iba a dejar parados. Salimos del restaurante y aparcamos en el centro de la ciudad, justo al lado de la Plaza Mayor y de la Catedral. Bajo el paraguas entramos antes en una tienda Zara para ver si amainaba. Tuvimos derecho a una escena de tragicómica, entre una yonky su novio y un guarda de seguridad de la tienda que intentaba mediar en la bronca que tenía la chica que no paraba de decirle a su novio “pollito” no me hagas esto, “pollito” déjame en paz. Bastante surrealista la escena…

Después cuando vimos la fachada del Ayuntamiento, no sabíamos si reír o llorar. Difícil de digerir, una fachada de arquitectura de los años 70, con una imitación dudosa del estilo neogótico, fachada de ayuntamiento de Flandes a la Manchega…. increíble pero cierto. No eran los efectos del tinto de la comida, era todo surrealista, ver para creer. La lluvia no cesaba, fuimos a ver la Catedral y tampoco tuvimos suerte porque estaba cerrada. Por fuera, es grandiosa, fue una pena no poder verla. Ya sólo con su nombre impone: Santa Iglesia Prioral Basílica Catedral de las Órdenes Militares de Nuestra Señora Santa María del Prado. ¡ahí es nada! https://es.wikipedia.org/wiki/Catedral_de_Ciudad_Real

Con la lluvia y un centro de la ciudad que no había por dónde cogerlo, decidimos seguir ruta; Ciudad Real quedará en el diario viajero como la ciudad que despertó menos interés de todas las vistas hasta la fecha. Ya me habían avisado, pero yo como Santo Tomás, ver para creer….

El punto final del día lo puso Almagro, una grata sorpresa. Teníamos buenas referencias y esta vez las expectativas se cumplieron. El pueblo entero en su conjunto es monumental y la plaza mayor, una auténtica joya arquitectónica. La casa rural que habíamos alquilado entera estaba justo al lado de la Plaza; la ubicación inmejorable, la casa del antiguo médico del pueblo, señorial y muy bien decorada. El único pero que encontramos es que pasamos frío, con sólo una estufa en el salón principal, la temperatura ambiente nos incitó a tomar vinos manchegos para entrar en calor. La casa con mejor temperatura, en otra época del año es muy recomendable: http://casaalmodovar.com/. Sí se llama Almodóvar, en honor a quién fue el médico del pueblo durante años, ahora la biznieta del médico es quien heredó la casa y la ha restaurado, transformándola en 3 apartamentos. Ese fin de semana estábamos solos, por eso pudimos disfrutar de la casa entera.

Una vez acomodados salimos a descubrir Almagro. La plaza Mayor, tantas veces vista en fotografías, vale con creces el desplazamiento, incluso si hay que pasar por Ciudad Real. Fuera bromas.., Almagro pertenece a la red de los pueblos más bonitos de España por méritos propios: sus casas de dos alturas de muros encalados y grandes soportales, sus patios o corralas dónde se siguen celebrando y escenificando obras teatro, sus palacios, museos e Iglesias, todo en Almagro merece la pena ser visitado, aunque el imán de la Plaza Mayor te “secuestre” de tal manera que no quieras salir de allí.

Con la luz del atardecer y una tregua del cielo que dejaba de mandarnos agua, empezamos nuestro recorrido por la Plaza. Su forma es un poco rara, no es totalmente cuadrada o rectangular, lo que hace que las perspectivas de los diferentes ángulos sean todas diferentes entre sí. Antiguamente en este recinto se celebraban justas y torneos. Más adelante, con el reinado de Carlos V la influencia del rey y sus costumbres flamencas se hicieron notar: se acristalaron los balcones y se introdujo el encaje de bolillos, lo que hace que la plaza aún siendo manchega y muy castellana tiene cierto aire del Norte de Europa.

En uno de los soportales, nos encontramos con el famosísimo corral de comedias de Almagro, declarado Monumento Nacional en 1955. Aún hoy se programan obras de teatro, para los amantes del teatro clásico, la cita de Almagro es ineludible. Cada año se celebra durante el mes de julio el festival de teatro clásico: http://www.festivaldealmagro.com/. Se puede visitar y así lo hicimos. Es el único ejemplo de teatro de este tipo conservado en su integridad; que se dio tanto en la España del siglo XVII como en la Inglaterra del teatro isabelino. Dentro del corral me senté en una de las sillas de cuerda y cerré los ojos imaginando cómo debía ser una obra de teatro en un entorno así. Shakespeare enamorado o alguna de las obras ejemplares de Cervantes, impagable el momento, me tuve que contentar con imaginarlo.

Al salir del teatro nos topamos con una figura ecuestre, la de Diego Almagro, descubridor junto a Pizarro del imperio Inca y de Chile. Antes de dejar la Plaza, vemos la fachada del Ayuntamiento y le entrada del Museo Nacional de Teatro, que cuenta con interesantes fondos dedicados a la escenografía, trajes teatrales del siglo XVIII, maquetas de teatros y teatrines, además de un completo archivo pictórico y musical.

Alrededor de la plaza, un recorrido por el Barrio noble nos traslada a los siglos de máximo esplendor. Para admirar las casas blasonadas del Mayorazgo de los Molina, de los Rosales, la Casa del Prior o la del Capellán de las Bernardas, basta con perderse por las calles aledañas a la plaza. También vimos ejemplos de la arquitectura palaciega manchega: los palacios del Maestral, de los Marqueses de Torremejía y el Palacio de los Condes de Valparaíso.

En Almagro, la capital del Campo de Calatrava, muy unida a la Orden religiosa de Calatrava: https://es.wikipedia.org/wiki/Orden_de_Calatrava  de gran relevancia política durante la Baja Edad Media, se respiran aires de Señorío, de Nobleza y alta alcurnia. Nuestro recorrido acabó ya de noche, visitando las Iglesias de San Agustín de San Bartolomé. Nuestro viaje en el tiempo fue tan interesante que anocheció enseguida sin apenas darnos cuenta. Optamos por cenar al lado de nuestra Casa rural, en la Plaza Mayor, en un restaurante que no nos dejó huella, a pesar de que sí pudimos degustar las famosas berenjenas aliñadas de Almagro. Según parece, el lugar indicado para comer los platos típicos de la gastronomía manchega en la Plaza Mayor es la Taberna Chiri.

Domingo 30: Argamansilla de Alba – Campos de Criptana – San Clemente
Chocolate con churros, así empezamos el día de regreso a casa. En la misma Plaza Mayor cargamos las pilas para vivir el último día de nuestra breve escapada con total intensidad. En principio, teníamos que ir a Villanueva de los Infantes http://www.turismocastillalamancha.es/patrimonio/villanueva-de-los-infantes-13531/visita  pero mis cálculos, a la hora de preparar la ruta,  no fueron buenos porque teníamos que desviarnos casi 100 km y optamos por seguir ruta hacia Argamansilla de Alba, la famosa localidad de cuyo nombre Cervantes no quiso acordarse cuando inició la Novela del Quijote. Cuenta la leyenda que Cervantes estaba encarcelado en este pueblo, cuando empezó a escribir la vida y milagros del Hidalgo más famoso del mundo, así que se entiende bien que no quisiera acordarse del lugar…

Muy cerca también de este pueblo se encuentran las Lagunas de Ruidera, que tampoco pudimos visitar por falta de tiempo y quedaban pendientes para otro viaje: http://www.lagunasderuidera.net/. Además, cerca de las Lagunas, ineludible es la visita al Castillo de Peñarroya: http://www.argamasilladealba.es/turismo/que-visitar/detalle-lugar/ic/castillo-de-penarroya/, una de las fortalezas que aún se conservan de la Orden hospitalaria de San Juan.

Argamansilla no es un sitio tan bonito como Almagro ni mucho menos, pero tiene su encanto y merece la pena pararse y callejear. Cuando llegamos era la hora de salir de misa y del vermut, con los paisanos vestidos con sus mejores galas domingueras. Un primor. No entramos en ninguna Iglesia, ni en ningún sitio, el espectáculo estaba en la calle y no nos lo podíamos perder. Por una de las calles aledañas al paseo principal del pueblo, núcleo central de Argamansilla vimos una casona con un modesto cartel que anunciaba que allí según los historiadores se encuentra la cava Medrano, dónde se supone que en su día permaneció Cervantes encarcelado. http://www.argamasilladealba.es/turismo/que-visitar/detalle-lugar/ic/casa-de-medrano/

Desde allí, volvimos al paseo y después de vermutear con los parroquianos, decidimos seguir ruta hacia Campo de Criptana, donde queríamos comer en un restaurante que nos habían recomendado: las Musas: http://www.lasmusasrestaurante.com/. No era la primera vez que visitábamos el pueblo de Sara Montiel, aunque ver la estatua en su honor sí que fue una novedad.

Al igual que en Consuegra o en Puerto Lápice, los molinos de Campo de Criptana se encuentran en la cima del pueblo y las vistas desde allí sobre la planicie manchega son únicas. Los molinos a los que Quijote confundió con los gigantes que iban a luchar contra él y que tenía que abatir.

Cuando llegamos las nubes grises que anunciaban tormenta, daban unos contrastes de luz impresionantes. El color gris intenso del cielo, en contraste con el blanco polar de los muros encalados de los molinos daba una brutalidad espectacular al paisaje. Estuvimos un buen rato haciendo fotos y disfrutando de las vistas. El tiempo justo y necesario para abrir boca antes de entrar en otra dimensión, en las cuevas donde se ubica el restaurante “Las musas”, justo al lado de los molinos de Campo de Criptana. Cocina manchega renovada. Los precios no son bajos pero merece la pena, y mucho, probar las gachas, el pisto y el cochinillo asado deshuesado con un vino tinto “Requiebro”. Sin duda, una parada obligatoria en Campo de Criptana.

Para reposar la comida, nada mejor que perderse por las calles conocidas como el Albaicín Criptano: una sucesión de calles con suelos de cantos rodados que forman un laberinto de casitas bajas encaladas con los bajos y puertas pintados de añil. Desde la Sierra de los molinos hasta la parte baja del pueblo, el paseo por este barrio es una delicia.

En la parte baja, nos encontramos con un edificio que llama la atención, se trata del Pósito un edificio del siglo XVI ampliado durante el reinado de Carlos III. Fue la sede de un banco agrícola que bajo el control del Ayuntamiento prestaba grano a los agricultores en época de carestía como adelanto del año venidero. Su finalidad era doble: realizar préstamos en especie a los agricultores, que los reintegraban al año siguiente una vez recogida la cosecha, y regular el mercado del trigo, cuando el precio de éste y el del pan tendían desmesuradamente al alza, con el fin de evitar o atenuar posibles conflictos sociales. 

El adiós llegó a media tarde, nos despidió la figura de Sara Montiel, la Sarítisima que siempre hacía gala de sus orígenes manchegos. Su sombra nos persiguió hasta nuestra marcha, en el restaurante dónde comimos la máquina de tabaco estaba cubierta con un fotograma enorme de Sara cantando el “fumando espero al hombre que más quiero…” y más tarde en el centro del pueblo, con su figura a modo de Venus desnuda, presidiendo un paseo. ¡Glamour total! http://espanabizarra.tumblr.com/post/134413939209/estatua-sara-montiel-tetas-campo-criptana

No sé si por bendición de la Montiel, pero el caso es que el sol volvió a lucir y nos acompañó hasta nuestra última parada, otra sorpresa de esas de tantas que se encuentran por las carreteras de este bendito país: San Clemente. Ya llevo muchos diarios viajeros escritos y tengo que decir que en muchas ocasiones la intuición no falla y hay que dejarse llevar y descubrir otros sitios, aunque no estén programados en la ruta inicial. De este pueblo conquense, sólo teníamos referencias por ser el pueblo de la cuñada de una amiga y nos acercamos para matar la curiosidad y tengo que decir que fue uno de los mejores momentos del viaje. Una joya arquitectónica en el centro de la mayor extensión de pino piñonero de Europa. Un conjunto histórico-artístico tan vasto y rico que fue declarado Patrimonio monumental en 1980. http://www.turismosanclemente.com/es/historia.zhtm

Aparcando el coche al lado del Ayuntamiento, un edificio espectacular del siglo XVI, a pié se puede recorrer todo el conjunto y quedarse boquiabierto durante el paseo: edificios civiles http://www.turismosanclemente.com/es/edificios-civiles.zhtm y edificios religiosos: http://www.turismosanclemente.com/es/edificios-religiosos.zhtm , San Clemente es un tesoro a descubrir lentamente, sin prisas. Nosotros teníamos el tiempo justo y no pudimos deleitarnos con el entorno tanto cómo hubiésemos querido pero, nos pareció la mejor manera de despedirnos de las tierras del Quijote, en una localidad que en el siglo XVI día albergó a más de 80 familias hidalgas, una villa que se ganó el título de “Pequeña corte de la Mancha”, perfecto escenario para despedirnos del hidalgo más famoso de la historia.

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