
Poesía eres tú, Soria
Del 15 al 18 de septiembre de 2022
Dices mientras clavas tu pupila en mi pupila azul….Poesía eres tú, clamaba Bécquer, de nombre Gustavo Adolfo. Y ¿qué tendrá que ver el autor de Rimas y Leyendas con una ciudad tan pequeña como Soria, con una tierra ruda, castellana, de fríos inviernos y vestigios romanos, celtíberos y románicos? No vivió mucho tiempo en Soria, pero Bécquer se inspiró en estas tierras cuando escribió el Monte de las Ánimas, el Rayo de luna, La Promesa y Ojos verdes. Y no es el único que encontró las musas en estas tierras numantinas, Antonio Machado también se inspiró y encontró el amor. Durante cinco años, el autor sevillano como Bécquer, fue profesor en el Instituto, se casó con su amada Leonor y escribió “Campos de Castilla”.
Fuente de inspiración Soria, melancólica, silenciosa, austera, misteriosa. A mí personalmente Soria me sedujo desde la primera vez que conocí sus paisajes y sus pueblos. Nunca olvidaré el frío y las risas que echamos en unos carnavales con alojamiento en Ólvega, a los pies del Moncayo. Tampoco olvidaré Medinaceli, San Esteban de Gormaz o el Burgo de Osma en el arranque de nuestra Ruta por la España de Isabel la católica: https://mimondolirondo.com/2014/04/22/ruta-de-isabel-la-catolica/.
Soria da mucho de sí, para más de un viaje, así que, en esta ruta de finales de verano, intentamos abarcar todo lo que pudimos, aunque siempre queden, versos en el tintero.
Jueves 15: Castellón – Teruel – Soria capital
En principio íbamos a viajar con mi madre, llevándola de regreso a Pamplona desde su retiro en los Pirineos y las “niñas”, Tuca y Lola. Pero la cosa se torció y no tuvimos más remedio que dejarlas en Castellón (a buen recaudo) y viajar sólo humanos. Los Pirineos, las alturas, casi se llevan a mi madre al otro mundo, con una caída apoteósica por las escaleras de su casa….La recibimos en Castellón convaleciente de su accidente, no estaba de humor ni con fuerzas para compartir esos días con dos enérgicas peludas. Este viaje suponía su regalo “sorpresa” de cumpleaños, no podía suponer su regalo “tortura”.
Por una vez no teníamos que salir estresados, nos lo tomamos con tranquilidad. A media mañana y con un día soleado, que poco hacía vaticinar lo que sucedería después, emprendimos nuestra ruta hacia Valencia para seguir por la A23 hasta Teruel. A la hora de comer llegamos a la capital más pequeña del país, (en el pódium me imagino que Soria ocupa la plata). Aunque es la menos poblada, Teruel tiene mucho que ofrecer al viajero, dejo aquí el enlace del diario viajero que escribí en su día sobre la ciudad del torico y los amantes: https://mimondolirondo.com/2009/05/07/rompida-de-esquemas-en-teruel/
Buscamos un buen sitio para repetir nuestro ritual viajero. El pic-nic campero, parquero o cunetero, un buen lugar para echar el diente al bocata de tortilla y jamón. Encontramos por casualidad un parque urbano con kiosko para rematar el ágape con un cafelito (al termo no hemos llegado, eso lo dejamos para nuestra próxima vida de scouts). Y tan ricamente ¡oiga!, a gloria divina nos supo el bocata dos estrellas michelín. Y el sumiller campero, venía con el kit y nos brindó un trago de rosado fresquito de su bodega casera, ¡un brindis por mi Santo que esta vez no se puso nervioso, en Teruel no había mucha pérdida…¡el google maps dominau!.
Nos quedaba un par de horas de carretera (de Teruel a Soria por la nacional 234, 239 kms) y dejamos Teruel antes de que nos entrara la modorra y las ganas de siesta. A las 6 de la tarde había quedado con el dueño del apartamento en Soria, a través de AIRBNB. Media hora antes de llegar empecé a llamarle, una y otra vez, no me cogía el teléfono. Para más inri, empezó a ponerse el cielo negro, negrísimo y nos cayó la Madre de las Tormentas encima. Menos mal que escampó en poco tiempo, los nervios estaban a flor de piel después de varias llamadas sin resultado. No sé en qué momento, después de cuántas llamadas el anfitrión por fin contestó. Estresado el chico, me dijo que tenía que recoger las llaves en casa de su madre (después pude comprobar que el susodicho gestiona varios alojamientos en Soria y en Ibiza, extraña combinación). Así que, allá que fuimos al llegar a Soria, a una torre de pisos que se encontraba justo a la entrada de la ciudad. Con las llaves en nuestro poder sólo teníamos que ubicarnos y aparcar el coche lo más cerca posible del piso elegido.
Al igual que en Teruel, en Soria no nos costó mucho encontrar nuestro destino. Eso sí, fue aparcar el coche y otra sorpresa. A veces pienso que realmente mi madre es un poco gafe, me pasan cosas cuando estoy con ella que no es normal. En mi puñetera vida he pisado la caca de un perro, pues nos tocó el “gordo”, con toda la maleta encima de una boñiga recién salida del horno. En fin…. Nos lo tomamos a risa, ¿qué remedio no? Cuando llegamos al pisito muy bien ubicado, en pleno centro, a dos manzanas de donde habíamos aparcado y habíamos sido recibidos con una pestilente caca soriana, nos gustó mucho, especialmente la decoración. El edificio, una construcción de los años 50, con ese estilo neoclásico franquista que se había renovado, conservando la estética tan sui géneris. La decoración del piso en sí, muy sencilla pero con mucho gusto, baño con estética industrial en blanco y negro, cocina office muy blanca y un salón ikea, con detalles de fotografías en blanco y negro, y detalles vintage años 50, como un cartel de publicidad de vespa, una mesa de comedor con estructura antigua de máquina de coser, y un gran cartel de película española también del franquismo que destacaba en una de las esquinas- También echamos en falta varias cosas de menaje y de limpieza pero bueno, al soriano estresado de la multipropiedad se lo perdonamos por haber tenido tanto gusto al decorar el piso. Quería poner el enlace pero no aparece ya en Airbnb, no sé que habrá pasado…
Después de un merecido descanso salimos a cenar, no nos apetecía cocinar. Nos perdimos por las calles aledañas al famoso paseo del Espolón y nos metimos en un lugar un tanto singular. Se anunciaba como restaurante de crepes y resultó ser una mezcla extraña de macrobiótico- vegetariano – engañabobos. Lo primero que nos preguntó una chica al entrar es a ver si teníamos reserva… local vacío, ni un alma, y nos preguntas ¿a ver si tenemos reserva? Nos sentamos, pensando en comer algo rápido, ligero y sin complicaciones, estábamos cansados. La carta era un compendio de platos indefinidos, de todo menos crepes. No sabía dónde meterse la chica cuando le empezamos a preguntar. Salió el dueño, un hippy con pelucón afro, muy parecido a Carlos Jean, a soltarnos un rollo sobre su cocina fusión macrobiótica-asiática que nos dejó con encefalograma plano. ¡Por favor, cállese, tráiganos lo que sea, huevos con butifarra, giozas de soja con baba de mosca azul, lo que sea pero cállese!. Al final, comimos Lentejas en todas sus versiones, bolas arrumaki toki moki, no estaba malo, pero si nos sacan un plato de albóndigas nos las comemos, nos fuimos con más hambre de la que teníamos al entrar. Y por supuesto por un módico precio de casi 70 euros por croquetas, bolas, albóndigas de lentejas, ¡¡de puñeteras lentejas!! Lo que hace el cansancio, teníamos que haber luchado por un buen plato de Torreznos sorianos y dejarnos de sopla gaitas fusionados.
Viernes 16: Calatañazor – Fuentona de Muriel – Caracena – Yacimiento de Tiermes – Pedro – Berlanga de Duero – Fortificación Califal de Gormaz
Calatañazor estaba en mi lista de “pendientes” desde hacía tiempo. Había oído y leído sobre este pueblo soriano y su protagonismo en la defensa de las fronteras castellanas contra los invasores musulmanes. “Calatañazor dónde Almanzor perdió el tambor” (cuenta la leyenda, que esta batalla del año 1002 pudo no existir, ya que desde el s. XVIII, los anales de la historia no recogen ninguna prueba verídica sobre ella). El busto de Almanzor sí que está presente y no sé si es leyenda pero el tambor que perdió, simboliza, parece ser, las ganas de vivir que perdió, dejando de comer y beber y muriendo en Medinaceli, dónde está sepultado.
Cuando pisas por primera vez sus calles silenciosas y ves el castillo, enmudeces, la historia palpita, aunque estemos prácticamente solos durante nuestro recorrido. Su ubicación, en lo alto de una roca que domina la vega del río Milanos, la convirtió en un lugar inexpugnable, los altos muros del patio de armas de su castillo también son testigo de esta fuerza contra el invasor. Trazado medieval, calles adoquinadas, iglesia y ermita románicas, casas fabricadas con entramados de madera de sabina (de hecho, la villa de Calatañazor está rodeada de un Parque natural de sabinas, uno de los bosques de esta especie, mejor conservados del planeta). Todo el conjunto es realmente espectacular y aunque parezca casi un pueblo abandonado, sin cobertura y restricciones de agua, según vemos en varios carteles de protesta, es uno de los sitios a no perderse en la provincia de Soria. ¡Imprescindible!!
Antes de partir, volvimos a contemplar las vistas desde el Castillo, con una panorámica sobre el “Valle de la sangre”, donde supuestamente se libró la batalla del año 1002, aunque no por la sangre derramada sino por el río que corre, el Milanos, cuyas aguas oscurecen al atardecer y se tornan de un color rojo oscuro. https://www.youtube.com/watch?v=e_n9msfYveY
Al bajar por la carretera que sale de Calatañazor, a la derecha vimos la preciosa Ermita románica de la Soledad. Está ubicada extramuros, Calatañazor no podría tener una mejor carta de presentación. Cruzamos de nuevo el bosque de sabinas y llegamos a un sitio muy singular y muy recomendable. Se trata de la Fuentona de Muriel, un paraje natural al que se puede acceder en coche hasta la entrada y seguir caminando, rodeados de agua, bosques y montañas, durante un kilómetro hasta alcanzar la famosa Fuentona, también llamada Ojo de Mar. Nos recordó a los cenotes mejicanos, es un lugar mágico. Cenote, laguna, en definitiva esta maravilla natural invita al baño pero está prohibidísimo. Bajo esas aguas transparentes y aparentemente poco profundas, se encuentra un complejísimo sistema de grutas de origen kárstico, de piedras solubles, principalmente caliza. Se podría decir que la Fuentona es una especie de embudo geológico. Lo que más impacta es que nadie ha conseguido hasta la fecha llegar al fondo de las dos galerías que hay. Dejo un video de uno de los intentos: https://www.youtube.com/watch?v=xvhzcVnDobs. Si es época de lluvias, también merece la pena llegar hasta la Cascada de la Fuentona. Nosotros no llegamos hasta allí porque además de hacer un sol radiante, no había llovido desde hacía meses, así que lo dicho, mejor llegar hasta la cascada en primavera u otoño. La verdad es que no esperaba encontrar un paraje natural tan bonito, fue un acierto.
Al salir de la Fuentona, seguíamos sin cobertura de móvil, ya podían quejarse los vecinos de Calatañazor con toda la razón. (Y digo yo ¿Cómo harán por ejemplo las casas rurales para trabajar, para cerrar las reservas, página web.. etc?). Preguntamos a dos lugareños por dónde ir hacia Caracena, el siguiente pueblo y no supieron decirnos, así que opté por llevarme por la pura intuición. Y acerté, llegamos a Caracena, un pueblo tan blanco y pardo como las rocas de areniscas que lo rodean. Pasamos de los sabinares a un campo castellano árido, seco, abrupto sin apenas vegetación. La villa de Caracena se encuentra en la comarca de Tierra del Burgo, al suroeste de la provincia de Soria. Se localiza en las estribaciones de la Sierra de Pela y Picos de Grado, en un macizo calcáreo, a 1.086 metros sobre el nivel del mar, enmarcado por tres cañones: el Barranco de las Gargantas, el Barranco de los Pilones, y el Cañón del Caracena.
El entorno sobrecoge, es otra dimensión. El Conjunto Histórico de Caracena conserva de su época medieval las dos iglesias románicas de Santa María de la Asunción y de San Pedro Apóstol (declarada Monumento Histórico Artístico Nacional en 1935) y el castillo, uno de los mejores conservados de la provincia. Subí el coche hasta la cima, y aparqué justo en frente de una de las galerías porticadas más bonitas del románico Soriano. Esta joyita románica es la Iglesia de San Pedro de Caracena, y sólo por verla merece la pena venir hasta este pueblo perdido entre macizos calcáreos. Y si además, tenéis la suerte de que se obre el milagro del pan y los peces, como nos sucedió, entonces ya te puedes morir en paz.
Cinco habitantes tiene el pueblo, según nos contó la posadera del único bar abierto que vimos, al lado de la Iglesia que acabábamos de visitar. Como un oasis en el desierto, así se nos apareció este bar regentado por una señora muy estresada que no quería servirnos nada de comer porque estaba preparando comida para unos comensales que tenían reserva. Al final se apiadó de nosotros y al vino que nos sirvió de aperitivo, le dio color con los mejores torreznos que he comido yo en mi vida. ¡Madre mía del amor hermoso! En su punto de fritura, en su punto de sal, buenísimos no, lo siguiente. Nos vio tan emocionados que empezó a contarnos su vida, la de sus hijos, y la de sus especialidades culinarias, mientras sacaba aceitunas, cecina sin pedírselo, la mujer tenía ganas de hablar a pesar del estrés que llevaba encima por tener que cocinar y ayudar al marido con sus 700 ovejas. Recomendación “routard” al 100%.
Antes de despedirnos con el sabor de los torreznos en boca, la dueña del bar, al decirle que íbamos a ver los Yacimientos de Tiermes, nos sugirió visitar también el pequeño pueblo de Pedro para ver una de las escasísimas iglesias visigóticas que quedan en España. Los Yacimientos arqueológicos de Tiermes están bien conservados y merece la pena visitar esta antigua ciudad romana pero también, tengo que decirlo, me quedo con la ciudad romana de Clunia Sulpicia que vimos en Burgos, en el término municipal de Peñalba de Castro, con sus 130 hectáreas y sus 1000 metros de altura. A Tiermes, el ejército romano envió en vano a su poderoso ejército contra un pueblo pobre y alejado de las ricas tierras de Hispania, unos pobladores llamados arévacos, cuyos principales núcleos eran Numancia y Tiermes. Bajo un sol de justicia recorrimos todo el espacio que ocupa la que algunos denominan la Pompeya española. En el yacimiento se pueden descubrir restos como la Puerta del Sol (acceso por el suroeste), el graderío y conjunto de viviendas privadas excavadas en la parte sur, las termas, la Casa de la Hornacinas, la Casa del Acueducto, las murallas, los foros Flavio y Julio-Claudio, la ermita románica, necrópolis celtibéricas o el museo monográfico. Dejo aquí un video muyexplicativo: Yacimiento de Tiermes – YouTube.
Eso sí, insisto: gorra, bastones y protección solar, en este yacimiento las posibilidades de sufrir un jamacuco por insolación son altas. El que avisa no es traidor…
No nos olvidamos de la recomendación de la Dama de los Torreznos y continuamos la ruta hacia el pueblo de Pedro, para ver una de las escasísimas iglesias visigóticas que quedan. Ni un alma en las calles de este pueblo bucólico, ni rastro de los 14 habitantes censados. Pedro es una aldea de cuento de hadas, con un pequeño prado cercado, por el que discurre un riachuelo de frías aguas y unas mesas de pic-nic, que estaban esperando nuestra llegada. Cruzamos las dos calles en coche y llegamos hasta la ermita visigótica, la Ermita de la Virgen del Val. Parece ser que data de mediados del S. VII, reinando Recesvinto (uno de la famosa lista de Reyes Godos que nuestros padres estudiaban), con una posterior reconstrucción en estilo románico. Nos chocó el tejado, muy renovado y nada acorde con el resto del edificio. ¿Merece el desvío? La respuesta es sí, pero sobre todo por el entorno, y el pueblo en sí, porque el tejado de la ermita es inversamente proporcional a la belleza del conjunto. Un crimen arquitectónico. El impacto lo solventamos con una comida al aire libre, en nuestro prado particular, con las bebidas enfriándose en el riachuelo, y sin rastro humanoide, estábamos sin saberlo en uno de los confines del mundo, a la sombra del templo de Recesvinto. Eso no lo puede contar cualquiera…
Dimos gracias a la Dama de los Torreznos por el buen consejo y dejamos Pedro con un buen sabor de boca, literal y metafóricamente. Berlanga de Duero era nuestro destino. Empezamos el día con uno de los pueblos más bonitos de España y lo acabamos con uno de los castillos más bonitos del Reino. Ya era media tarde cuando nos recibió esta villa señorial. Lo primero que hicimos fue aparcar a la entrada del castillo, junto a la estatua en honor a Fray Tomás de Berlanga, descubridor de las islas Galápagos, tercer Obispo de Panamá, consejero de Carlos V e ideólogo del Canal de Panamá. Cuando llegamos a la recepción, nos comentó el guía que la visita duraba dos horas y que cerraban el castillo a las siete, o sea, nos invitó amablemente a desistir de la idea. Nos contentamos con ver el exterior que es espectacular. Cerré los ojos y me imaginé al Cid en su paso por estas tierras en su ruta del destierro hacia el reino de Valencia. De hecho, fue el primer alcalde de Berlanga, aunque nunca vivió aquí, el rey Alfonso VI le reconoció como alcalde honorífico por sus gestas contra los moros.
El castillo, símbolo de Berlanga de Duero, es de origen islámico, del S. X, y sorpresa, dentro del recinto hay otro castillo medieval, un dos por uno en toda regla. Curioso ¿no? Dejo aquí un enlace con los datos históricos y arquitectónicos:
https://www.sorianitelaimaginas.com/monumentos/castillo-berlanga-de-duero/.
Toda la muralla almenada que acota el recinto es impresionante. https://www.youtube.com/watch?v=6Dp-BdPjA6k
Además del Castillo, Berlanga recibe al viajero con otras sorpresas. Nada más iniciar la calle Mayor, nos encontramos con un edificio colonial pintado de rojo. Contrasta mucho y según parece es realmente un edificio colonial y a los dueños se les exige que mantengan ese color como elemento patrimonial del pueblo. Si el Castillo es emblemático, la Real Colegiata de Berlanga de Duero no lo es menos. Para llegar a ella, cruzamos varias calles con casas en adobe con entramados de madera, muy castellanas, y varias casonas blasonadas formando un conjunto medieval en torno a la plaza mayor y a la Colegiata. Su planta es del tipo llamado de lonja, con tres naves centrales elevadísimas y crucero; fuertes columnas cilíndricas sostienen las bóvedas, de rica tracería. El Altar Mayor está presidido por una talla tardo románica del siglo XII de Nuestra Señora del Mercado. Se construyó en tan solo 4 años, por eso, quizás estaba en obras de restauración cuando llegamos y apenas pudimos ver su interior. Una pena, me consuelo con el video: https://www.youtube.com/watch?v=fEep9U5I-6Y
Definitivamente no pudimos acabar mejor el día, Berlanga de Duero fue un colofón perfecto. Ya iba oscureciendo y de regreso a nuestro hogar soriano, pasando una vez más por El Burgo de Osma, no pudimos evitar un desvío hacia la cima de una montaña. Teníamos que ver sí o sí la Fortificación califal de Gormaz. No confundir este lugar con el pueblo de San Esteban de Gormaz que ya tuvimos ocasión de ver en la Ruta de Isabel la católica. Este bastión está considerado como el de mayor tamaño de todo el occidente europeo, levantado en su tiempo.
La fortaleza, visible desde muchos kilómetros de distancia, se asienta sobre la estrecha y alargada meseta de un cerro de la localidad de Gormaz, a escasa distancia de la margen derecha del río Duero, frontera natural entre cristianos y musulmanes a lo largo de mucho tiempo. Cuando llegamos a la cima, el viento soplaba con fuerza y nos resguardamos enseguida en el coche. El osado fue mi Santo que se subió hasta las ruinas del castillo para ver las mejores vistas sobre los campos sorianos y la vega del gran río Duero. Nuestro califa particular regresó al coche extasiado y casi sin aliento, pero le valió la pena, ¡Vive Dios que sí!
Sábado 17: Numancia – Monte Valonsadero – Laguna Negra – Vinuesa – Molinos de Duero – Salduero – Soria (San Saturio y Monasterio de San Juan de Duero)
Numantinos nos despertamos, habíamos resistido la tentación de salir a cenar la noche anterior y nos contentamos con una cenita casera, bien rica y saludable: salmón fresco con ensalada. Nos supo a gloria, estábamos agotados.
A las 10 en punto de la mañana llegamos a Numancia, dispuestos a descubrir el otro yacimiento celtíbero de Soria. A menos de 10 kms de la capital y por autovía, llegamos en un santiamén. Numancia al igual que Termes está ubicado en altura, sobre un cerro amesetado, en una ubicación estratégica y defensiva. Antes de entrar en el recinto te presentan una película que explica la lucha numantina que protagonizaron durante años los pobladores locales, contra el ejército romano, bajo las órdenes de Publio Cornelio Escipión Emiliano Africano Menor Numantino,levantando un cerco de nueve kilómetros apoyado por torres, fosos, empalizadas, etc. Tras 13 meses de hambruna y enfermedades, agotados sus víveres, los numantinos decidieron poner fin a su situación en el verano del año 133 a. C. Algunos de ellos se entregaron en condición de esclavos, mientras que la gran mayoría decidió suicidarse antes que rendirse a sus atacantes. La ciudad fue repoblada, posiblemente con pueblos celtíberos vecinos, y sufrió nuevas destrucciones durante las Guerras Sertorianas. En el siglo III comienza su decadencia definitiva, y generalmente se considera que la ciudad dejó de ser ocupada en el siglo IV d. C., aunque nuevos hallazgos sugieren un asentamiento visigodo en el siglo VI d. C. Dejo un enlace a un documental que explica muy bien lo que pasó aquí: https://www.youtube.com/watch?v=I3z_SZbw1_4
Para caminar y visitar los yacimientos, y reconstrucciones de las antiguas moradas, sólo hay que seguir el trazado muy bien marcado. Pagas entrada y se nota, en Tiermes la entrada es libre y se nota también… Yo personalmente desde aquí recomiendo la visita de Numancia, es muy interesante. Lo que no me gustó es ver tres torres horrorosas, que rompían totalmente el paisaje en el horizonte. La “Ciudad del Medio Ambiente”, otra obra faraónica que ha estado durante 20 años parada y que costó más de 50 millones de euros. El Chernobyl español lo llaman, otra obra de untar los bolsillos de algunos políticos y de hacer agujeros en los bolsillos de los demás. No comment. https://www.youtube.com/watch?v=JbFora7A6cA
Volvimos a confiar en el ser humano en el siguiente punto de nuestra ruta: el Monte Valonsadero. A veces también se hacen bien las cosas y en este caso han acondicionado un monte público con casi 3000 hectáreas de monte, praderas y vegas en Zona Natural de Esparcimiento. Un mega parque a las afueras de Soria para que mayores y niños disfruten de cuatro rutas de senderismo, que se pueden recorrer por carretera, caminando o en bici y otra ruta de pinturas rupestres, entre caballos pastando y árboles monumentales y centenarios. Un paraíso natural a pocos kilómetros de la capital, un verdadero espacio del Medio Ambiente, nada que ver con el Chernobyl soriano.
Y para seguir gozando de la naturaleza en Soria, no podíamos dejar de ir a la famosísima “Laguna Negra”. Hacía tiempo que tenía ganas de ir, me habían hablado de este paraje natural varias personas y la verdad es que no nos defraudó. A tan sólo 52 kms de Soria capital, llegamos al pueblo de Vinuesa, en la lista de los más bonitos de España y desde ese mismo punto entrábamos en el Parque natural. Pinos, robles, hayas y abetos, nos rodearon hasta llegar a un parking municipal desde donde se puede subir hasta el destino final caminando o en autobús. Con mi madre recién accidentada no lo pensamos dos veces, y cogimos el bus.
Espectacular el entorno de la Laguna, de hecho, en este Parque natural cuentan con la mayor reserva de pino Albar de Europa. Hay varias leyendas sobre la laguna negra desde que no tiene fondo, que comunica con el mar a través de una serie de cuevas y corrientes o que en sus oscuras aguas habita un ser que devora a todo el que cae en ella. La leyenda más extendida es la que escribió Antonio Machado en 1912 en la Tierra de Alvar Gonzalez, haciendo alusión a la ausencia de fondo. La realidad es que lalaguna negra de Urbión tiene entre 8 y 10 metros de profundidad. Desde la parada del bus hasta la laguna hay que subir un poco por una ruta bien marcada y merece la pena. A 2000 metros de altitud, esta laguna “negra”, cuyo color oscuro dicen que es debido a su profundidad, en realidad es por el reflejo de la masa forestal que la rodea, es de origen glaciar y cuando por fin llegas a contemplarla te imaginas un jardín zen, o japonés. Es todo mágico, puedes recorrerla rodeándola por una pasarela de madera. Como siempre, ahí va el video: https://www.youtube.com/watch?v=3gKSPvUXOqA
Un remanso de paz, de calma, un lugar para quedarte un rato y dejarte llevar por el poder de la naturaleza. Me imaginé cómo sería esta laguna en invierno, con nieve, tiene que ser aún más impactante. Cuando regresamos en el bus que tiene una frecuencia cada media hora, cogimos el coche y volvimos al punto de partida: Vinuesa. Lo primero que hicimos fue localizar un restaurante y acertamos de pleno. Un restaurante con especialidades gallegas, se llama “La Gallega” y si el paladar te pide buena carne a la parrilla, o un buen pulpo, este es el lugar. Comimos muy bien, cogimos fuerzas y energía para recorrer las calles empedradas de Vinuesa.
Se nota que es un pueblo con mucha afluencia de turistas. Varios restaurantes, muchas casas rurales, un pueblo de “postal”. Desde la Edad Media la economía de estas tierras se ha basado en el comercio de madera y lana. En el siglo XVIII Carlos III concedería a Vinuesa el título de villa con sus fueros y el símbolo del Rollo jurisdiccional. Conocida como ‘La Corte de los Pinares’ Vinuesa pasa por ser una de las poblaciones más nobles de zona, hecho que se observa paseando por sus calles. Vimos varias casonas con sus blasones, como el Palacio de Don Pedro de Neyla, el Palacio de los Marqueses de Vilueña o la Casa de los Ramos. No había nadie a esas horas tan “siesteras”, y disfrutamos del paseo muy tranquilos. La Iglesia de Nuestra Señora del Pino estaba cerrada, no pudimos ver sus bóvedas de crucería. Una lástima, pero bueno, son las cosas del s. XXI, aún recuerdo cuando se podía entrar en cualquier iglesia de pueblo, grande o pequeña, y por supuesto sin pagar. Jesucristo expulsó a los fariseos, pero han vuelto, la caja registradora clerical es ya de uso común…. https://www.terranostrum.es/turismo/un-paseo-por-vinuesa
Muy cerquita de Vinuesa, hay otros dos pueblos que merecen la visita. Están pegados el uno al otro, se llaman: Molinos de Duero y Salduero. Entonces sí que el momento siesta había entrado por la ventanilla del coche, cuando aparqué el coche en Molinos de Duero, nadie bajó, me fui sola a pasear y disfruté mucho porque el pueblo es una villa señorial con unas casonas impresionantes. De hecho, este pueblo señorial allá por el año 1753 poseía una cabaña de 2617 bueyes que tiraban de 872 carretas, era un centro destacado de la Real Cabaña de Carretería. https://es.wikipedia.org/wiki/Caba%C3%B1a_Real_de_Carreteros
Muy cerquita se encuentra el otro pueblo también precioso, a orillas del mismo río que cruza Molinos de Duero. Este pueblo se llama Salduero y es muy similar a su vecino. En el año 2017 fue considerado el pueblo más bonito de Castilla y león, ahí lo dejo. También Salduero estuvo ligado a la carretería y a la transhumancia. Dos pueblos para enamorarse, y no para dormir la siesta…
La ruta del día culminó, pero aún tuvimos tiempo de volver a Soria y desplazarnos hasta las afueras para pasear bordeando el río hasta la famosa ermita de San Saturio y entrar también a visitar el Monasterio de San Juan de Duero. Primero aparcamos cerca de la entrada del paseo, y fuimos caminando, siguiendo el curso del río Duero y los chopos de la ribera. A un kilómetro más o menos, la ermita de estilo barroco, emerge de la roca. El paseo es inspirador, Machado lo nombraba en sus versos: “Estos chopos del río que acompañan con el sonido de sus hojas secas, el son del agua cuando el viento sopla, tienen en sus cortezas grabadas iniciales que son nombres de enamorados, cifras que son fechas”. No pudimos encontrar mejor forma de acabar el día. Después del paseo y antes de entrar en el Monasterio con su famoso claustro al aire libre, tomamos una cerveza en un bar, ubicado a orillas del río y junto a una estatua de otro autor que sucumbió a los encantos de Soria: Gustavo Adolfo Bécquer.
El Monasterio de San Juan de Duero es único, original, una de las joyas del románico español más reconocidas y representativas. Fue construido por la Orden de los Hospitalarios de San Juan de Acre, entre los siglos XII y XIII. Del antiguo monasterio románico de San Juan de Duero sólo se conservan la iglesia y un espléndido claustro con arcos de influencia románica, mudéjar y árabe. Cuando entras directamente al claustro, entras en otra dimensión, verlo para creerlo: https://www.youtube.com/watch?v=WKzuqXkH3NE
Estuvimos un buen rato hasta que ya empezaba a anochecer. Al salir le pregunté por casualidad a la chica de la taquilla dónde estaba el monte de las ánimas, sin saber que estaba justamente allí, detrás del monasterio, un cerro sin más, que asomaba justo detrás. La leyenda cuenta que un cazador mientras pasaba la noche en este monte pudo ver los esqueletos de los templarios y nobles enterrados allí levantarse. Bécquer “le puso color” y en su colección de historias llamada “Soria”, contó lo que le ocurrió en este monte a un joven llamado Alonso al intentar complacer a su prima durante la noche de difuntos. Un filón para Netflix…
Cansados llegamos a nuestro “hogar” soriano. Había sido otro día intenso y optamos por cenar de nuevo en casa, sin salir a pasear otra vez. Ya era nuestra última noche, y nos reservamos la visita de la capital para el día siguiente por la mañana, antes de salir rumbo a Pamplona.
Domingo 18: Soria capital – Fontellas (presa del Ebro)
Otro día soleado, de cielo azul nos animó a salir a la calle a primera hora de la mañana. Estábamos ubicados en pleno centro, sólo tuvimos que andar unos metros para empezar nuestro recorrido en el paseo del Espolón, que corre paralelo a la Alameda de Cervantes y es el pulmón verde de la ciudad. En uno de los escaparates de la histórica Pastelería-mantequería York vimos las famosas mantequillas de Soria con denominación de origen. Yo me quedo con los torreznos celestiales de mi amiga de Caracena, la mantequilla será muy buena, exquisita pero dónde esté un buen torrezno….
Desde el paseo del Espolón fuimos por la calle Mayor y nos adentramos por una calle estrecha, siguiendo las recomendaciones de una chica que nos atendió en una tienda de recuerdos. Por esa calle llegamos a una plaza, flanqueada por un lado por una enorme casa-palacio perteneciente a los Marichalar y por otro el muro trasero del Instituto “Antonio Machado”. El balcón de los Marichalar tenía colgado un crespón negro por la muerte de Isabel II de Inglaterra. La “realeza soriana” compungida por la muerte de Isabel II. Si se enteran en Windsor, lo mismo les hacen de la orden de la Jarretera.
Y a escasos metros vimos la portada del templo por el que habíamos llegado hasta allí: la impresionante Iglesia románica de Santo Domingo, en la Plaza Condes de Lérida. El frontal es especialmente original y único. Para muchos esta portada es la más bella del románico español, con influencia francesa. Tiene forma de frontón triangular coronada por una cruz griega con un gran rosetón en el centro y filas de arcos ciegos en los laterales distribuidos en dos pisos superpuestos. El único pero que le veo, es que, si en vez de estar rodeada de pisos y una calle con tráfico estuviese ubicada en cualquier campo soriano, sería celestial.
https://www.turismosoria.es/que-ver/monumentos/iglesia-de-santo-domingo/
Soria es una de las capitales del románico, y a los muchos ejemplos que se prodigan por la provincia se unen las iglesias de la capital. Empezamos por la de Santo Domingo pero aún nos quedaban por ver otras joyas. Seguimos caminando por el centro y llegamos a un monumental edificio, el Palacio de los Condes de Gómara, actual sede del Palacio de Justicia. Impresionante su tamaño y fachada de estilo civil Renacentista. Monumental edificio en el centro de Soria:https://es.wikipedia.org/wiki/Palacio_de_los_Condes_de_G%C3%B3mara_de_Soria
Para los que se imaginen una ciudad provinciana y sin ningún interés arquitectónico, decirles que se equivocan, Soria ni te la imaginas, como dice el eslogan. Este Palacio de los Condes de Gómara es espectacular, aunque, es uno más de los varios que hay en el centro histórico: Palacio de los Ríos y Salcedo, Palacio del Vizconde de Eza, Palacio de Doña Urraca, El Teatro palacio de la Audiencia, el Palacio Marqués de Alcántara….
Después de extasiarnos con el Palacio de Justicia, seguimos recorriendo el centro y llegamos a la Plaza Mayor, que no es muy grande pero sí destaca en uno de los lados, una figura emblemática de la ciudad de Soria, la figura de Leonor, la fiel y amada esposa de Antonio Machado. La figura se encuentra junto a la puerta de la Iglesia de Santa María la Mayor, (también románica), templo donde se casaron. https://www.esculturaurbanaaragon.com.es/castillaleon15.htm
Era pronto aún para la hora del vermut, seguramente la Plaza Mayor estaría más concurrida una hora más tarde, sólo vimos a los repartidores llenando las neveras de los bares y restaurantes. No teníamos tiempo de quedarnos, teníamos que acabar la visita de la capital y llegar a Pamplona antes de que se hiciese de noche.
Volvimos sobre nuestros pasos, pero bordeando el centro por el Este. Cerca de la Plaza Mayor, nos encontramos con el edificio de la Diputación de Soria, muy señorial, junto a otra iglesia románica, la de San Juan de Rabanera. Otro rincón a no perderse en Soria, maestra de la Castellanía, como la describía Machado.https://www.turismosoria.es/que-ver/monumentos/iglesia-de-san-juan-de-rabanera/
Y así, poco a poco, fuimos regresando al paseo del Espolón para coger el coche y despedirnos de Soria y su provincia. El sol nos acompañó todo el viaje hacia Pamplona y una vez dejado atrás el Moncayo, nos dejamos sorprender por la madre de mis días, parando en Fontellas, un pueblo dormitorio de Tudela, a orillas del Ebro. ¿Qué se nos había perdido en un pueblo lleno de adosados y un bar? De momento, encontramos el bar y nos tomamos el vermut que estaba pendiente. Resulta que a las afueras de Fontellas se encuentra el Bocal Real ó Bocal del Ebro, del siglo XVI, o lo que es lo mismo, una presa que se puede visitar realizando un breve paseo que comienza en Fontellas y que atraviesa palacios, laberintos y antiguos pueblos. Esta presa da comienzo al Canal Imperial de Aragón. https://www.youtube.com/watch?v=LausSTtMuWA
Nos costó un poco encontrar el parking del paraje pero mereció la pena. Es un vergel, es como entrar en una película ambientada en el s. XIX o en una novela de Galdós. Jardines, un palacio de Carlos V, una iglesia neoclásica, caminos sombreados por choperas, rodeando el curso del río Ebro. Nos faltó Sarasate y su violín para amenizarnos el pic-nic que montamos al lado de unos edificios que tenían pinta de ser las casas de los trabajadores de la Confederación Hidrográfica del Ebro. No pudimos elegir mejor escenario, rodeados de árboles y de fondo sonoro las aguas mansas del Ebro surcando el canal. Bucólico final para un viaje que empezó bien, y acabó mejor.
Y para despedir el diario viajero de Soria, las palabras escritas de otro viajero, Antonio Machado: «Sobre un paisaje mineral, planetario, telúrico, Soria, la del viento «redondo» con nieve menuda, que siempre nos da en la cara, junto al Duero adolescente, casi niño, es pura y nada más. Soria es una ciudad para poetas, porque allí la lengua de Castilla, la lengua imperial de todas las Españas, parece tener su propio y más limpio manantial: «… Soria es, acaso, lo más espiritual de esa espiritual Castilla, espíritu a su vez de España entera. Nada hay en ella que asombre, o que brille y truene: todo es sencillo, modesto, llano. Contra el espíritu redundante y barroco, que sólo aspira a exhibición y a efecto, buen antídoto es Soria, maestra de castellanía, que siempre nos invita a ser lo que somos, y nada más».
Queda demostrado en este relato que a veces los destinos más humildes guardan valiosos tesoros, sobre todo en la Castilla infinita. Una gozada leerlo. Y guardarlo. Ideas no faltan.